Blade Runner 2049

Crítica de Diego Curubeto - Ámbito Financiero

Una secuela innecesaria
• LA POSTERGADA CONTINUACIÓN DEL CLÁSICO DE LOS TEMPRANOS 80 CARECE DE FUNDAMENTO Y SE VUELVE ALGO REMANIDA
En la segunda parte del film de Ridley Scott, ahora con dirección de Denis Villeneuve, hay un abuso de esteticisimo y diálogos insípidos, y la premisa cambia radicalmente: el futuro es post-atómico.

En la novela breve de Philip K. Dick en la que se basó la "Blade Runner" original, la pregunta era "¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?". En la nueva y postergada secuela "Blade Runner 2049" no hay demasiados interrogantes, pero lo que da una idea del cambio de estilo es que, de manera más pedestre, el personaje de Harrison Ford asegura que sueña mucho con queso.

A lo largo de la historia del cine de ciencia ficción aparecieron muchas secuelas que nadie necesitaba. Inclusive algunas bastante buenas, como "2010", la continuación de "2001" de Stanley Kubrick que dirigio Peter Hyams y que, a pesar de ser un film sólido, hoy no casi nadie recuerda. Esto se aplica a la nueva "Blade Runner" con la diferencia de que esta película de Denis Villeneuve es bastante mediana, y no muy pareja. Para empezar, el guión sobre un posible hijo de la pareja fugitiva del Blade Runner Ford y la replicante Sean Young, que huían juntos al final del primer film, cambia el esquema totalmente al ubicar la acción en un futuro que ahora no está hiperpoblado sino que es post-atómico, lo que vuelve la premisa más remanida. Pero el film se hace eterno sobre todo debido a sus más de dos horas y media con escenas estáticas, fotografía esteticista, diálogos insípidos y escasos, demasiados primeros planos de Ryan Gosling repitiendo dos únicas expresiones, mas un Jared Leto sobreactuado y un Harrison Ford divertido, pero que aparece demasiado tarde como para redimir el aburrimiento. Justamente el escondite del ex Blade Runner, una Las Vegas radioactiva con hologramas de Elvis y Sinatra y un perro que bebe whisky, es lo más interesante de una película que, como dijimos antes, nadie necesitaba.