Black Widow

Crítica de Maximiliano Curcio - Revista Cultural Siete Artes

A no confundir con la recordada película de Bob Rafelson, estrenada en 1987. Recomendable thriller psicológico que engendraba un portentoso duelo actoral entre Debra Winger y Theresa Wright. Aquí, ni una Scarlett Johansson en su mejor versión podría impedir el naufragio. Aunque lejos esté la (ex) blonda intérprete de ofrecer algo semejante. Insostenible resulta una historia intrascendente que poco aporta a la conversación del género, explorando el pasado de personajes conocidos mediante un ejercicio de técnica y forma que deja mucho que desear. El agotado universo Marvel se presta a la enésima reencarnación. No habrá milagro de resurrección posible.

El retorno a las fuentes de “Civil War” (2016) nos ofrece una propuesta de género de acción que cruza su esencia con el cine de espionaje, acercándose a “Winter Soldier” (2014). La red de seguridad que apuesta a la fórmula conocida. Es la convención perezosa que conforma el paladar del cinéfilo que adoptará las inflexiones del inagotable cine de superhéroes sin carnadura. “Black Widow” vende al mejor postor pura cáscara sin emoción. Mixtura élites secretas, oscuras corporaciones y nuevo orden mundial, sin la mínima intención de verosimilitud. La cinta traza un arco de desilusión comprobable: no hay cimientos que sostengan el argumento, permeable al cliché de grandiosas proporciones.

El film encarna el típico prototipo de ficción que guarda una tenue referencia con la realidad. La exageración hiperbólica encuentra su punto cúlmine cuando no existen parámetros para la escalada de cero a cien en el ejercicio de vértigo de acción sin el más mínimo reparo narrativo. En adición, la contradicción temática diluye cualquier visión profunda posible sobre la historia. Las ideas naufragan. Entretanto, una alegoría esbozada tibiamente insiste en el uso del flashback para explicar lo explícito. Masacre narrativa y descarrilamiento sin solución. En “Black Widow” no hay conflicto ni drama verdadero. No hay riesgo y todo luce demasiado calculado. Es un homicidio al buen gusto cinéfilo. Un espectáculo coreografiado para las masas que digieren sin detenerse a pensar.