Birdman o (La inesperada virtud de la ignorancia)

Crítica de Alejandra Portela - Leedor.com

“No pertenecemos a este hueco de mierda”, ¿no podría ser tranquilamente una frase de Raymond Carver?: puede haber algo más despojado, realista y sucio que esa frase? Sí, puede haber. La que le antecede, “Este lugar es horrible, huele a cojones” por ejemplo. Juntas, ambas lineas conforman la voz en over con la que empieza Birdman una pelicula que describiría, si me permiten, como una mirada particular realizada desde cierto mainstream latinoamericano hacia la cultura norteamericana. Una cultura que aparece densamente conformada por distintas sustancias: teatro, cine, Nueva York, un imaginario algo ingenuo que alimenta gran parte de los comics, los medios de comunicación y la tecnología. Una densidad inigualable que Carver expuso sin piel en su literatura.

¿Y conseguiste lo que querías de esta vida? Lo conseguí. ¿Y qué querías? Considerarme amado, sentirme amado en la tierra. ÚLTIMO FRAGMENTO
Nuestro amigo Luis Zas en la nota hecha sobre Birdman durante el Festival de Mar del Plata, no puede dejar de pensar el hecho de que los guionistas son argentinos, los mismos de El último Elvis relación que me parece atinada y justa. Y que su director es mexicano: Alejandro González Iñárritu (Amores Perros, Babel) que, aunque cada vez más firme en las ligas mayores de la gran industria del cine: las 9 nominaciones al Oscar lo confirman, no deja de provenir de otro mundo, caracterizado por imaginerías distintas, por maneras de abordar lo urbano, incluso, de manera atiborrada, caótica, descentrada sobre todo en el momento en que Riggan cruza la avenida semidesnudo porque se quedó afuera del teatro y es invadido por una multitud que lo reconoce: no es la Nueva York de Woody Allen donde todo parece bajo control. Hay un permanente grado de alienación, y de frustración que tensa la pantalla.

Y en ese sentido, la elección conceptual del recurso del plano secuencia es perfecto, un afluente visual que conecta objetos y situaciones en el transcurrir de la historia, no queda nada oculto de esa cámara que se mueve por los pasillos del teatro, por el escenario, por la platea, incluso por la parrilla: la totalidad del espacio es abarcada por ese montaje en plano en el que habrá que ir descubriendo suturas y fracturas.

Pegado en el vidrio del camarin, el lugar mágico de la pelicula, hay una frase: “Una cosa es una cosa, no lo que se dice de esa cosa”, referencia a esta época plagada de comentarios: la modernidad está condenada al comentario dijo una vez Foucault. El comentario del critico de teatro pero tambien el comentario del twitter, uno y otro ensalzan o destruyen, todo en un solo segundo, indistintamente.

Riggan no va contra eso, sólo resiste eligiendo a Carver, (alguien pasado de moda segun su hija) aunque también a él parece interesarle poco, incluso el texto se escamotea en el film, se mezcla con el proceso del ensayo, son las previas de prensa, de invitados las que vemos. Sabemos sí que se trata de la obra”De qué hablamos cuando hablamos de amor” , la escena final antes que nada la vemos tres o cuatro veces. Sabemos también que Riggan invirtió todo su dinero. Pero se trata sólo de dinero? La tapa principal del diario con la foto del irreverente Mark (Edward Norton) logra ungrado de conflictividad tal que la historia abandona al personaje de Mark, su ego, sus caprichos, y se dedica definitivamente a Riggan. Se trata sólo de fama?

La fama del superheroe volador (literal hombre pájaro del titulo, (verdadero superyo del personaje), superheroe de taquilla vrs el actor serio, que, sin querer, o inesperadamente, llega a “crear esa nueva categoría: el superealismo”: los dueños del realismo mágico hablan del superealismo teatral norteamericano, despues de homenajear al realismo sucio que concluye en una fantasía.

En definitiva, Birdman no es una pelicula sobre el teatro, es una pelicula sobre la naturaleza del espectáculo en los EEUU, incluida la improvisación, el jazz y una omnipresente batería como única banda sonora (otra vez, como en Whiplash) hasta todos esos grados de heroicidades y de fantasías sólo imaginadas por el cine desde hace 120 años a esta parte.