Bill 79

Crítica de Santiago García - Leer Cine

Bill Evans (1929-1980) fue uno de los pianistas de jazz más importantes de todos los tiempos. La película Bill 79 (Argentina, 2022) cuenta su paso por Argentina por segunda vez. La primera fue en 1973 y esta, la última, fue casi al final de su vida, luego de dos tragedias que los golpearon duramente. Luego de los suicidios de su hermano y su ex mujer, el pianista estaba sumido en el alcohol y las drogas, lo que dañaba cada vez más su salud. Aún así, y según cuentan las crónicas de la época, brilló cuando tocó en la ciudad de Buenos Aires.

Luego de ese concierto, Evans, su dos músicos y la manager se movilizan hasta la ciudad de San Nicolás junto con un empresario que, convencido del gusto por el jazz de un grupo de locales, Evans podrá dar un gran concierto.

La película mezcla ficción con realidad sin ningún problema, sabiendo que imprimir la leyenda funciona siempre y confiando en que los expertos en jazz e historia podrán corroborar o desmentir lo narrado. Bill Evans, en una crisis que luego se sabrá terminal, ve en el pueblo recuerdos de su infancia y se integra a sus anfitriones comiendo empanadas o viendo la pelea de Galíndez por el título mundial. Todo es un poco raro, teñido por la visión del propio pianista y su estado emocional.

Sorprende Mariano Galperín con esta película por varios motivos. En primer lugar se nota un presupuesto bajo y aún así nunca pobre, donde todo cierra y funciona perfectamente. El tono es exacto, tiene humor, tiene drama, es algo absurdo y siempre es interesante. Y finalmente los actores, ya que la película está casi totalmente hablada en inglés pero el elenco es argentino. Diego Gentile como Bill Evans está brillante y lo mismo Marina Bellati como su manager, aunque ella no se someta a la comparación con el personaje real. Bill 79 es una película que aborda un hecho bastante insólito y, lejos de aclararlo, lo vuelve aun más mágico y misterioso.