Berlin Calling

Crítica de Emiliano Basile - EscribiendoCine

El Charly García alemán

Bienvenidos al mundo rave, universo que habita el famoso DJ Ickarus a punto de arruinar su brillante carrera por su dependencia a las drogas. La película de Hannes Stöhr que tiene al DJ Paul Kalkbrenner en el papel de Martín Karow alias DJ Ickarus, nos trae la historia de un simpático drogadicto en caída libre y su posterior recuperación pasando por la lucha a la abstinencia. Un típico Charly García alemán si tenemos que buscar un sinónimo argentino.

Icka vive de gira. Fiestas rave, música electrónica, y muchas pero muchas drogas hacen que su cuerpo resista la falta de descanso y comida. Su novia y manager Mathilde, lo acompaña en todas sus aventuras, es su cable a tierra, su contención. Pero Icka no puede con su genio y en la obsesión por editar su nuevo álbum cae una y otra vez en el consumo de drogas. Por ello es internado en una clínica de rehabilitación donde experimentará su lucha contra la abstinencia fortalecida por su única compañera: su consola.

Berlin Calling (2008) se recuesta en su particular personaje Icka para hacer un retrato del universo rave. A través de él, el film nos introduce en el mundo de fiestas electrónicas donde el desmadre sexual y de drogas (todos consumen, desde el dueño del boliche hasta el DJ) es materia de todos los días. Ahí justo en el medio se encuentra Icka, un sensible artista de música electrónica envuelto en el aura de “Dios de la consola” por sus fans, su dealer y demás drogones que no dejan de acompañarlo. Pero Icka no es una bestia en esa jungla sino un simple animalito que necesita ser contenido para crear “su arte”.

La película trata mediante todos sus recursos formales de dar con las sensaciones que experimenta su protagonista. Cuando está en su salsa, tocando su música para las masas que se deleitan con su arte, cuando está drogado tratando de evadirse como un niño que no es capaz de poner límites a todo el mal que lo rodea, o cuando lucha por abstenerse al violento impulso que lo ataca por no volver a drogarse. La cámara lo rodea, lo envuelve, lo aprisiona. La música del film es la de su mente, la que está dentro de su cabeza expresando sus estados de ánimo.

Su nombre Ickarus viene de Ícaro personaje de la mitología griega que quería volar y su padre le construye alas de cera. Al querer volar muy alto se le derriten con el sol y termina cayendo. Icka, en alusión a este personaje, vive su mismo destino, es vanagloriado como un Dios y termina sufriendo el destino de un mortal. Profundamente humano, termina por rearmarse y volver a ser quien alguna vez fue.

La historia que cuenta Berlin Calling es lo menos importante. Lo importante del film es su discurso que, sin pretensiones de aleccionar a nadie, intenta convertir a su carismático personaje en un perdedor querible en el que se esconde un curioso genio de la música. Say no more.