Berberian sound studio

Crítica de Jorge Luis Fernández - Revista Veintitrés

Rojo profundo

De vez en cuando ocurren milagros, como el estreno comercial de este film inglés, ganador del Bafici 2013. Coproducida por BBC4 y el sello Warp, dueños de un catálogo innovador que incluye cortos experimentales y films como Kill List, Berberian Sound Studio es la clase de película que amerita más de una reproducción por sus niveles de significado.
Gilderoy, un ingeniero de sonido inglés, llega a un inhóspito estudio italiano, con ecos al hotel de El resplandor, para grabar el audio de un film de horror sanguinario, lo que en los setenta se conoció como giallo. Nadie dice que estamos en los ’70 pero Peter Strickland, el director, bombardea símbolos como un publicista feroz, desde referencias al estilo que encarnó Profondo rosso, de Dario Argento, hasta los más diversos grabadores y reproductores de cinta abierta.
Tímido y retacón, el ingeniero se aterra desde el inicio al enterarse del macabro film que va a realizar y con el maltrato de Francesco, el productor, y su entorno. Luego llega Santini, el director, que juega el rol del psicópata bueno y Gilderoy se ve forzado a apuñalar repollos mientras contempla una masacre de brujas en The Equestrian Vortex, un film del que sólo vemos los títulos. En un nivel, Berberian… muestra el choque cultural de italianos tiranos e ingleses reprimidos (“ustedes, ingleses, siempre escondiéndose”, reprocha condescendiente Santini a Gilderoy), en otro intercala la herencia italiana del gore con la tradición satánica inglesa y los experimentos sonoros del BBC Radiophonic Workshop (Strickland conoce tanto de imagen como de sonido y se apoya en una banda sonora de gente igualmente experimentada, con contribuciones de Broadcast, Steven Stapleton y el sello italiano Alga Marghen).
Esta confrontación de identidades tiene su colofón en la última recta del film, donde Strickland mecha Polanski en estado puro con Blow Out de De Palma, un homenaje explícito en un atentado al estudio y en el doblaje de mujeres que gimen mientras deben gritar como brujas (el título es otra alusión: a la cantante Cathy Berberian). Es un verdadero enigma que tanta maestría no haya tenido su correspondiente final. Pese a todo, se trata de un film imperdible, un milagroso diamante en la cartelera porteña.