Ben-Hur

Crítica de Hugo Zapata - Cines Argentinos

La nueva versión de Ben-Hur es una película mucho menos terrible de lo que se esperaba si tenemos en cuenta que la dirección estuvo a cargo de Timur Bekmanbetov.
Cuando se anunció que el realizador de Abraham Lincoln: Cazador de vampiros iba a estar a cargo de este proyecto enseguida se esperó lo peor, debido a los antecedentes del cineasta ruso en Hollywood.
Si bien esta nueva adaptación de la novela de Lewis Wallace no quedará en el recuerdo con el paso del tiempo, tampoco es una producción extremadamente mala del nivel de La leyenda de Hércules (Kellan Lutz), como quieren dar a entender los medios norteamericanos.
Volvemos otra vez al tema del año que es la reiterada exageración en los análisis cinematográficos.
El problema con Ben-Hur es que sus antecedentes en el cine son tan importantes que a menos que se haga algo muy diferente con esta historia es casi imposible brindar un film que esté a la altura de las primeras películas.
La producción original de 1925, realizada por Fred Niblo, cimentó literalmente las bases del género de acción y la remake de 1959, de William Wyler, dejó la vara demasiado alta con una de las producciones más ambiciosas en la historia de Hollywood y una generación de actores que no se volverá a repetir.
¿Cómo superás hoy antecendentes de esa envergadura?
Salvo que se trate de artistas visionarios en extinción, como John Carpenter, quien en el pasado también se metió con clásicos considerados intocables (La cosa y Río Bravo) es muy difícil que estos proyectos trasciendan en el cine de la actualidad.
Por consiguiente, dentro de la catástrofe que auguraba la dirección de Bekmambetov, esta versión de Ben-Hur al menos se deja ver y ofrece una propuesta más decente que la desastrosa miniserie del 2010 con Ray Winstone.
Este trabajo representa su primera película como adicto recuperado del CGI y en esta oportunidad encaró la narración de la historia con un enfoque más realista. De hecho, esta producción tiene menos CGI que Exodus: Dioses y Reyes, de Ridley Scott.
Una enorme sorpresa que al menos yo nunca hubiera esperado.
Bekmambetov intentó darle un perfil más realista y humano a los personajes donde hizo hincapié también en el contexto político de los tiempos de Ben-Hur. Ese aspecto del film está bien trabajado y es justo destacarlo.
En esta versión la odisea que vive el protagonista no se inicia con una piedrita que se cae de un terraza sino que tiene un trasfondo político relacionado con las tensiones que se vivían en Jerusalén por aquellos días.
Desde los aspectos visuales el director también aplicó ese realismo a las secuencias de acción, como las batallas de Messala en la Legión romana o la carrera de carros que fue realizada como el cine de acción de la vieja escuela.
Obviamente el lenguaje narrativo en la edición de estas secuencias es más moderno pero no cae en el abuso de animación computada de los trabajos previos del director.
La película está sostenida con un buen reparto que presenta un trabajo digno con estos clásicos personajes. Sobresalen especialmente Jack Huston y Rodrigo Santoro, quienes intentaron darle un perfil diferente a los personajes de Ben-Hur y Jesús respectivamente.
Una elección acertada, sobre todo en el caso de Huston, ya que hubiera sido un error fatal intentar emular a Charlton Heston, quien siempre será el gran Ben-Hur del cine.
Morgan Freeman y sus inexplicables rastas, la figura más famosa del elenco, brinda una interpretación correcta del jeque Ilderim, que en las versiones anteriores tenía un rol cómico y acá se presenta como un personaje más serio.
Ahora bien, la gran debilidad de Ben-Hur y lo que le impidió ser una película mejor en mi opinión pasa por lo siguiente.
En primer lugar la falta de inexperiencia de Bekmambetov en los aspectos emocionales de la historia. Esta versión de Ben-Hur nunca llega a conmoverte con las situaciones dramáticas que enfrentan los personajes. El enfoque de la trama está más puesto en el perdón que en la venganza y aunque ese es un giro interesante en el conflicto, el film nunca te cautiva con el drama que viven los protagonistas.
A esta producción le faltó un realizador con mayor sensibilidad para abordar esta cuestiones y esto es un problema en una producción que encima presenta una versión condensada de la historia de Lewis Wallace.
El acto final también quedó muy acelerado, en parte porque ya no hay espacio para el cine épico y los estudios de Hollywood buscan que los filmes duren 120 minutos clavados o menos. En consecuencia, los editores tienen que hacer milagros para que las películas tengan la duración exigida. Un tema que afectó a varios estrenos de este año.
Por otra parte, el guionista John Ridley (12 años de esclavitud) en mi opinión no trabajó bien los aspectos religiosos de la historia. El perfil más humanista que le quiso dar Santoro a Jesús es interesante pero lamentablemente sus diálogos reúnen un grandes éxitos de la Biblia y por esa razón los momentos del personaje no consiguen el impacto emocional esperado.
Pese a todo, en términos generales Ben-Hur se deja ver y al menos presenta una adaptación más digna que la última versión que se hizo en el 2010 para la televisión.