Bella addormentata

Crítica de Laura Osti - El Litoral

Un caso que despertó grandes polémicas

El septuagenario director Marco Bellocchio aborda en “Bella addormentata” (Bella durmiente) un caso verídico que ocurrió años atrás en Italia y que no sólo tuvo gran repercusión en la vida social y política interna del país sino que también conmovió a la opinión pública de todo el mundo.

Se trata del caso Eluana Englaro, aquella joven que quedó en estado vegetativo luego de sufrir un accidente de tránsito, en 1992, y que ante el cuadro irreversible, su familia libró una larga batalla legal con el objetivo de obtener autorización para desconectarla de la alimentación artificial que la mantenía con vida.

El proceso duró 17 años. Bellocchio, en su película, se concentra en los últimos 6 días de vida de Eluana, en febrero de 2009.

Tomando el caso como eje, el guión (a cargo del mismo Bellocchio junto a Veronica Raimo y Stefano Rulli) ofrece una pintura de la sociedad italiana contemporánea, adoptando una suerte de estructura radial con epicentro en el Parlamento, donde por esos días se vivía un clima febril, ya que Silvio Berlusconi (primer ministro, en ese momento) había presentado, contrarreloj, un proyecto de ley mediante el cual pretendía prohibir la suspensión de la alimentación de la paciente, quien ya había sido desconectada en cumplimiento de una autorización otorgada por el Tribunal Supremo.

La sociedad italiana estaba fuertemente dividida por este tema y la influencia del Vaticano era muy fuerte a favor de la conservación de la vida y en contra de la eutanasia. En todas partes, había manifestaciones a favor y en contra, los medios de comunicación no hablaban de otra cosa y frente a la clínica donde estaba internada la joven, se sucedían los incidentes provocados por los integrantes de ambos bandos de opinión que se enfrentaban en manifestaciones públicas.

Bellocchio muestra cómo el caso afecta a un senador del partido de Berlusconi que se ve obligado a votar una ley que va contra su conciencia. Él mismo había atravesado por momentos similares cuando su esposa, enferma terminal, le pidió abreviar su agonía, hecho que lo marcó duramente y lo enfrentó a su hija, una católica ferviente. La cámara muestra cómo el senador concurre al recinto del Parlamento padeciendo un grave conflicto interno entre sus ideas y las presiones de su partido, mientras la muchacha asiste a las manifestaciones que se oponen a la desconexión de Eluana, donde termina enamorándose de un joven que está manifestando en el bando contrario.

En otro escenario, una actriz famosa (interpretada por Isabelle Huppert) también se une a las oraciones a favor de la conservación de la vida de Eluana, mientras atraviesa su propio calvario ya que tiene una hija en coma en situación similar, hecho que la obligó a abandonar su carrera y la tiene absolutamente pendiente de un milagro esperando que un día despierte, afectando toda su vida familiar, integrada por actores.

En otro ángulo de la historia, la película muestra cómo repercute el tema en un hospital, donde en medio del trajín diario donde se atienden urgencias de todo tipo y se asiste a los internados, inescrupulosos levantan apuestas acerca de los posibles destinos de Eluana. En ese contexto, un médico se concentra en tratar de salvar a una joven drogadicta que en estado de crisis quiere suicidarse.

En tanto, en el Parlamento, los legisladores se aprestan a votar la polémica ley presentada por Berlusconi, enfrentado a Giorgio Napolitano (presidente de la República), quienes sufren sus propios conflictos, incertidumbres y angustias.

Así, Bellocchio va hilvanando pequeñas historias particulares, que ofrecen una mirada colectiva sobre la sociedad italiana en la que están presentes las creencias, el imaginario popular, las emociones, los sentimientos, las ideas políticas y morales acerca de los derechos en cuestiones de vida o muerte, en medio de una caja de resonancia agitada por el caso, que termina abruptamente con el deceso de Eluana, el 9 de febrero de 2009, minutos antes de las 20 horas, antes de que el Senado llegara a tratar el proyecto.

Bellocchio, ateo y de izquierdas, no toma partido por ninguna de las dos posturas y en su relato, muestra las contradicciones que afectan a todos los personajes, enfrentados a los dilemas morales comunes a todos los seres humanos, y lo hace con respeto y singular belleza.