Belgrano, una película pirata

Crítica de Matías Gelpi - Fancinema

Hablemos de Alberdi mejor

Antes que nada lo que está bueno: Belgrano, una película pirata es claramente un film sobre el popular club de fútbol cordobés pero también es algo más y eso se agradece. En sus excesivos 116 minutos de duración (sí, entendimos lo maravilloso que es ser de Belgrano) desarrolla dos vertientes bien diferentes: por un lado, la parte más densa y obvia acerca de lo glorioso que es el club; y otra un poco más sutil e interesante acerca de la dimensión política y social del territorio en el cual nace el club que es el barrio Alberdi de Córdoba capital.

ALBERDI

Con esa exageración característica de la izquierda revolucionaria de fines de los 60, Alberdi ha sido declarado primer territorio libre de América. Lo cierto es que como vemos en Belgrano, una película pirata, este barrio contiene una fuerte identidad. Desde sus historiadores informales, pasando por la cultura cotidiana se nos cuenta sobre el pasado comechingón, el presente multicultural, el omnipresente fútbol, la cervecería y la interesante movida de un grupo de jóvenes comprometidos en recuperar aquello que el tiempo y los intereses económicos quieren borrar de un plumazo: la unión, la identificación colectiva; en definitiva, la identidad.

Desde el Cordobazo y Agustín Tosco, a la explosión de Rodrigo “El potro” a fines de los años 90, según la película de Gastón Bailo y Martina Faux Marambio, Alberdi parece ser el corazón o el alma de toda una región, donde se vive y se es de una manera, por supuesto positiva. No hay razón para no creerles.

C.A.B.

Hace dos meses tuvimos otro de esos hechos ridículos y violentos a los cuales nos tiene acostumbrados nuestro fútbol, el famoso pimienta-gate del Boca vs River de la Copa Libertadores. Tenemos la teoría inocente esa de que unos pocos violentos nos sacan el espectáculo a una mayoría no violenta. Hay una minoría violenta legitimada por un discurso mayoritario constante y corrosivo, que hace 40 años no se detiene acerca del “aguante”. Por supuesto que las famosas barras existen con sus conexiones políticas pero hay una mayoría que de alguna manera intrínseca (y a veces concreta) las sostiene.

Lamentablemente, Belgrano, una película pirata adhiere a ese discurso de la pasión por encima de todas las cosas. Me voy a apresurar a decir que no podemos esperar más de un film partidario que pretende exaltar las cualidades del club y su lugar de residencia. El amor y el arraigo que siente la gente por ese lugar, su identidad y su amado club de fútbol. Pero sí vale la pena subrayar que, aunque sea por contexto o inconscientemente, adhiere y festeja ese discurso acerca de lo grandioso que es el club del cual uno es hincha y que está por encima de todo, madres e hijos incluidos. Aquello de que hay que dejar más que fútbol en la cancha, piernas y vida. En definitiva, ese decir violento que legitima. Y de que hoy, en un país que juega sin hinchada visitante, el otro casi que ni es necesario; no hay una sola mención a Talleres en este documental. Apenas Artime menciona tímidamente un clásico espectral.