Bel Ami, historia de un seductor

Crítica de Laura Otero - Alta Peli

Dos estrenos que protagoniza el joven Pattinson en una misma semana deberían ser más que suficientes para el espectador promedio. Por un lado, lo tenemos junto al gran Cronenberg en una de sus películas más pobres; por el otro, en un drama romántico de otra época que, como leerán más abajo, deja mucho que desear.

De Francia con amor

El escritor Guy de Maupassant fue uno de los hombres de letras más reconocidos del siglo XIX, si bien se dedicó principalmente a la escritura de cuentos, también escribió algunas novelas, entre las cuales se destaca Bel Ami. Dicha obra ya fue llevada al cine más de diez veces, y aún así, parece que los directores Declan Donnellan y Nick Ormerod no quisieron ser menos e intentaron un nuevo acercamiento a la obra.

Con un elenco plagado de mujeres de renombre como Uma Thurman y Kristin Scott Thomas, y con el varonil Robert Pattinson en el papel de Bel Ami, la obra de Mapaussant se transpone nuevamente, convirtiéndose en la básica historia de un mujeriego con ambiciones más grandes que su inteligencia y capacidad.

El debe y el haber

Bel Ami nos retrata la historia del joven Georges Duroy, proveniente de una familia muy pobre de las afueras de Paris que llega a dicha ciudad sin un peso y que vive en un departamento que está a punto de ser carcomido por las cucarachas, y para colmo de males, derrocha lo poco que tiene en alcohol y prostitutas. Un día, su suerte parece cambiar ya que se topa con un viejo conocido del ejército, quien al verlo en la ruina, le tiende un brazo amigo y le ofrece trabajo en uno de los diarios más conocidos de Francia.

Duroy, que tiene el síndrome del argento vivo y calentón, decide aprovechar la confianza que su amigo depositó en él y tomar la mayor ventaja posible, escalando sin parar en la pirámide social y laboral de una manera muy antigua. Además, demuestra sus dotes como amante a toda mujer de la alta sociedad que le pueda brindar algún favor a cambio.

De esta manera, el protagonista se sumerge en un espiral de ambición, celos, locura y desprecio, hasta llegar a los límites más bajos de la moral humana con tal de conseguir un poco más de dinero y reconocimiento.

La historia se repite

Luego de ver Cosmopolis, supuse que podría existir una luz al final del túnel en cuanto a las capacidades actorales de Pattinson, pero evidentemente esta fiel servidora se encontraba equivocada. El intérprete no hace más que sumergirse en un sinfín de caras que no se entienden, balbucea sin parar, hace fuerza para hablar pero no habla, no se entiende si está compungido, con bronca o lleno de odio. Todo ese tipo de cosas hacen casi imposible que alguien crea que las mujeres caen a los pies de tal personaje. Limitado de carisma y de inteligencia, torpe y bruto como pocos, Pattinson es un muñeco de cotillón que no hace más que llenar espacio.

Además de ese importante dato, hay un detalle no menor que es totalmente impreciso y que refiere a las circunstancias que rodean la historia y el contexto histórico-político del momento que no están para nada explicados. Uno debe deducir y tratar de entender el conflicto que ocurrió hace ya dos siglos como si fuese ayer. Si bien esto no hace a la película, es un tema que se trata sobremanera y que en parte determina mucho al personaje y su presente y futuro.

Conclusión

Ver esta película llena al espectador de dudas, sobre todo referidas al casting. Todavía trato de explicarme cómo ciertas actrices se prestaron a interpretar papeles tan pobres y con una transposición tan escueta como fue esta. Es un drama poco romántico sobre la historia de un tipo patético, que no puede producir empatía en el espectador, falla que se aplica a todos los personajes. Resulta imposible sentirse identificado con alguien y no hay punto de conexión que nos arrime a esa realidad. Recordaré esta película como la peor actuación de Pattinson hasta el día de hoy.