Bel Ami, historia de un seductor

Crítica de Claudio Lo Iacona - Todo lo ve

El ocaso de un seductor

Bel Ami, o como se llama realmente el personaje, Georges Duroy (Robert Pattinson), es un joven apuesto que llega a París luego de la guerra y procedente de Argelia. Sin dinero y ocupación, su único pasar es intentar disfrutar de un buen momento en los cabaretes del lugar.

Gracias a la ayuda de su superior en el frente de batalla, se suma a la grandeza de París del siglo XIX y va escalando socialmente por sus amoríos con mujeres casadas.

Los directores Declan Donnellan y Nick Ormerod no supieron plasmar los escritos de Guy de Maupassant (uno de los escritores más relevantes del siglo XIX), ni tampoco lo antes realizado por el cineasta Albert Lewin, quien en 1947, filmó una versión mucho más deslumbrante de Bel Ami, integrada en ese terceto de obras maestras del director que completarían El retrato de Dorian Gray (1945) y Pandora y el Holandés Errante (1951). Lewin había comprendido el texto original, colocando a George Sanders en otro personaje para recordar y lejos de la labor casi inexpresiva del ex vampiro, Robert Pattinson.

La escasa conexión de Pattinson con su personaje, lo aleja de un Duroy (Bel Ami) que seduce a cada paso y deja dolor a sus espaldas. A la muy lograda ambientación de época se suman papeles secundarios dignos y una eficaz Christina Ricci que abarca todos los estados de ánimo.

El reparto lo completan Uma Thurman y Kristin Scott Thomas, dos actrices que logran amalgamarse con cualquier papel y aumentan el valor de la producción. Bel Ami pudo haber sido mucho más de lo que es, pero solo se queda en el texto literario, sin aportar alma al relato y sin ensamblar las escenas con mayor pasión.