Batman

Crítica de Pedro Squillaci - La Capital

Ciudad Gótica está inundada de oscuros secretos

Una voz en off, con respiración agitada, abre “Batman”, mientras de fondo se oye el Ave María en versión lírica. Todo un acertijo. Es el disparador ideal para esta nueva aventura de Matt Reeves, donde precisamente El Acertijo es el villano a vencer en un relato de cajas chinas que permite que las tres horas de duración sean apenas una anécdota. Lejos de la oscuridad estética de Tim Burton y de Christopher Nolan, este Batman bucea aún más en el conflicto personal de Bruce Wayne, pero ahora va más allá de sus contradicciones con ser un superhéroe. Esta historia se mete en el pasado familiar como nunca antes, en un juego de víctimas y victimarios en el que hay más enmascarados que el Hombre Murciélago. En un cuidado guión, con los climas necesarios para que la trama nunca decaiga y siempre haya otro sobre secreto por descubrir, se irán revelando quiénes son los verdaderos dueños del poder en Ciudad Gótica. Batman tendrá que darle más pantalla a Bruce Wayne (una intensa composición de Robert Pattinson) para revelar cuál es la punta del ovillo en un combo que incluye corrupción política, narcotráfico, connivencia policial y esa ambiciosa zanahoria que es ganar las elecciones, en este caso para la alcaldía de Ciudad Gótica. Lo seductor de este “Batman” de Reeves es que antes que se termine de cerrar un enigma aparece uno nuevo. Y eso mantiene atrapado al espectador. Así, las escenas de acción -que las hay y muy logradas- pasan a ser un factor complementario de la trama. Es decir, hay bombas que estallan, peleas extremas, tiros y sangre porque hay una historia que enmarca y lo justifica. Las piñas van detrás del relato y no al revés como tantas películas hollywoodenses pochocleras con autos que explotan y nadie sabe por qué ni para qué. Es en ese contexto que Batman se permite mostrarse como un superhéroe vulnerable, que puede estar al borde de la muerte (sí, como tantas otras veces), pero también puede sucumbir por amor, o al menos por el deseo hacia una mujer. Y aquí empieza a jugar Gatúbela, que aquí se llamará Selina, pero es ella, interpretada por Zöe Kravitz (sobresaliente, expresiva y sexy). Siempre con la misma dinámica de ir revelando incógnitas de a poco y cada vez con temas más urticantes, Selina va tomando peso en la trama, porque es otro de los personajes que tendrá algo que ocultar en este puzzle de máscaras. En un guiño a los villanos del cómic original, primero aparecerá El Pingüino (irreconocible Colin Farrel por la acertada caracterización), pero el más temido será El Acertijo (Paul Dano, también impecable), quien irá llevando el timón de la historia a través del asesinato de los referentes del poder de Ciudad Gótica. Y ahí surgirá la figura perversa de Carmine Falcone (John Turturro, sólido como siempre), cuya historia tendrá tantas ramificaciones que llegará hasta el mismísmo padre de Bruce Wayne, cuando también pugnaba por ser alcalde en el pasado y recurrió a la mafia para silenciar a un periodista. Todos y todas tienen algo que esconder. Y de ese gancho se cuelga El Acertijo para reclamar “No más mentiras”. Hay un juego de espejos con Batman porque ambos buscan ser los justicieros en Ciudad Gótica, pero el método del villano es la destrucción total, como una manera de rechazo terminante a la clase política. Una suerte de outsider tan brillante como desquiciado. Y Batman tendrá que poner a prueba una vez más su ingenio y su fuerza para vencerlo. Bien vale meterse de lleno en esta historia de acertijos y descubrir qué es lo que está oculto debajo de las máscaras.