Batman vs Superman

Crítica de Alejandro Franco - Arlequin

Seamos claros: Batman vs Superman: El Origen de la Justicia no es el peor filme de superhéroes que uno haya visto, pero seguramente es uno de los mas solemnes y pretenciosos que haya presenciado. No transmite emoción, es simplemente un espectáculo frío, de desarrollo medianamente rebuscado y bastante entretenido en la medición final. Es marginalmente superior a El Hombre de Acero ya que no bastardea los orígenes clásicos de ningún personaje, y la historia es medianamente atrapante durante el 75% de su duración. El problema es que, en un punto, los personajes se chiflan, olvidan sus profundas motivaciones emocionales, y se hacen compinches así de la nada. Oh, sí, se les viene encima una amenaza superior y hay que vencerla - en medio de una orgía de efectos especiales - pero esos minutos son tan exagerados, entreverados y escasamente creíbles que terminan por diluir la efectividad que había logrado el buen desarrollo previo.
Honestamente el principal problema que tiene Batman vs Superman: El Origen de la Justicia es que tiene que justificar la orgía de destrucción del climax de El Hombre de Acero y, para ello, se adentra en terrenos dramáticos pantanosos. El escenario de destrucción es demasiado parecido al de la tragedia de las Torres Gemelas - vean sino a Bruce Wayne corriendo por las calles de Metrópolis, cubierto de polvo y esquivando rascacielos que se desploman a su alrededor -, lo que imagino que habrá indignado a los círculos intelectuales norteamericanos (léase la prensa yanqui), los cuales salieron a castigar sin piedad al filme. Ciertamente Batman vs Superman: El Origen de la Justicia no es la primera película que toca un escenario semejante, pero los otros - desde Terremoto, La Falla de San Andrés hasta 2012 - al menos tuvieron el tino de hacerlo ridículamente exagerado y pochoclero. Acá, en cambio, los libretistas deciden enterrarse con todo en el lodazal, sea con monumentos recordatorios, funerales masivos, marchas de protestas - lo cual es demasiado similar a lo que ocurrió en USA en los meses siguientes a los atentados de Setiembre 2001 -, lo cual tiene algo de indignante si uno considera que todo eso no es mas que carga dramática barata para desplegar, en cuestión de minutos, a otra andanada de caos masivo protagonizado por un puñado de tipos disfrazados. Bastardearon un drama real para usarlo simplemente como escenario "interesante" para una película pasatista de superhéroes.

Mientras que el detalle debe haber herido unas cuantas sensibilidades yanquis, desde aquí - y a la distancia - el desarrollo se ve bastante potable. El filme plantea temas muy interesantes - si un alien como Superman es realmente una figura mesiánica (capaz de generar nuevos cultos y alterar religiones establecidas), o simplemente es un amoral que sigue sus propios intereses y al cual no le interesa el sacrificio de miles de vidas; o el debate de si se justificaba semejante genocidio con tal de salvar al resto de la humanidad - y amaga con explorarlos pero, por otro lado, se enreda en la burocráticas pesquisas de Bruce Wayne, el cual sigue una pista salida quién sabe de dónde, y la cual lo lleva a ubicar un cargamento de kriptonita, material necesario para detener al extraterrestre todopoderoso en caso de que a éste un día se le chifle el moño. A su vez la investigación lo lleva al descubrimiento de metahumanos - una info provista por los archivos de Luthor, el cual los ha estado monitoreando desde hace rato -, ell cual es un detalle metido con calzador para justificar la existencia de la inminente pelicula de la Liga de la Justicia. Por otra parte Luthor tiene sus propios planes para detener al superextraterrestre, sea a través de la misma kriptonita o, bien, fabricándose algunos juguetitos alternativos. El por qué Luthor realmente quiere detener a Superman no queda muy claro: el quía lo vende como un posible dictador a nivel mundial, situación para la cual conviene tener a mano algo que sirva para matarlo. Mientras tanto Luthor hace negocios turbios de todo tipo, sea presionando al gobierno para que le de mas fondos para el desarrollo de armas, vendiendo armas en el mercado negro, y negociando alianzas non sanctas con terroristas de todo tipo y color.

El segundo problema que tiene el filme es que es excesivamente burocrático. Hay demasiadas subtramas, los personajes no tienen todo el desarrollo que debieran, las motivaciones quedan omitidas, y a veces el exceso de verborragia termina por empantanarlo. Bruce Wayne vive demasiado enojado, Alfred es demasiado cínico, Clark Kent es demasiado idealista, y Luthor es demasiado charlatán. Ciertamente el desempeño de Eisenberg es mucho mejor que el esperado (y uno esperaba cero o una perfomance apocalíptica), y hay veces en que logra canalizar a Heath Ledger, siquiera como una version light del Joker. Lástima que a veces desbarranca con salidas atroces y pasos de comedia de comicidad dudosa.

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Pero aquí el tema no son los actores (Affleck sorprende y es sólido como Batman / Bruce Wayne, aunque éste último parece una versión gótica de James Bond con sus smokings, su galantería y su Aston Martin vintage; Cavill sigue siendo adecuado y simpático; Jeremy Irons es un Alfred tan corrosivo que resulta molesto; y Gal Gadot destila sensualidad y presencia pero su tiempo en pantalla es bastante limitado) sino el libreto dispar, el cual a veces mete el pie en el acelerador cuando no corresponde y termina generando situaciones bizarras. (alerta spoilers) Si Batman vs Superman: El Origen de la Justicia era pasable durante el 75% de su duración, el filme se clava de nariz cuando Supie dispara la frase "Salva a Marta". Esas tres palabras funcionan como un lavado de cerebro para Batman y, de pronto, todo su odio visceral, todo su rencor acumulado, todos sus años de motivaciones oscuras se van por el drenaje. Ups, ahora somos amigos. A falta de un desarrollo dramático natural los libretistas han apelado a la magia, y han cambiado el humor y la mentalidad de todos estos disfrazados mediante un absurdo truco narrativo. Todo lo que sigue - que es la media hora final - viene super traído de los pelos: Luthor hubiera ganado si no hubiera secuestrado a la madre de Clark o si no hubiera construido a Doomsday; Clark tiene un absurdo doble entierro (y el cuerpo, ¿dónde está?); Eisenberg se chifla y dice que hizo llamar a inteligencias de otro planeta (¿para qué, por Dios santo?); y el otrora solitario y furioso Batffleck se vuelve noble y patriota, deseando armar una liga con un montón de tipos superpoderosos a los cuales no conoce y a quienes quizás ni les interese pelear por el resto de la humanidad. Es como si se hubieran tomado una sobredosis de bebidas energizantes para cocinar las cosas pendientes, como sea y a cualquier costo, en la última media hora. Honestamente no creo que la culpa sea de Zack Snyder sino de la codiciosa Warner Brothers, la que está haciendo su universo de superhéroes a las corridas. En ese sentido yo compararía al contraste de Marvel / Disney con DC / Warner como una suerte de Apple vs IBM: en una predominan los artistas, la visión y la libertad creativa, y la otra es una burocracia infernal dominada por ejecutivos portadores de cientos de estudios de mercado en sus manos. Sus proyectos son armatostes estructurados y almidonados que funcionan y dan resultados, pero son incapaces de generar la misma alegría loca que produce su competencia mas descontracturada (fin spoilers).