Batman: la broma mortal

Crítica de Jonathan Plaza - Función Agotada

El universo animado de DC crece a pasos agigantados y no es novedad que esta evolución tiene su antimateria en su universo cinematográfico. Tanto es así que la relación entre Batman vs Superman: El origen de la justicia y, por ejemplo, Batman: Bad Blood (cierre de la trilogía de Damian Wayne) es similar a la relación entre Bizarro y Superman. Batman: Bad Blood no sólo es una de las mejores películas animadas de DC sino que además es una obra maestra de la animación. Así de simple. El refinamiento narrativo que alcanzó en esa película su director, Jay Oliva (Batman: El Regreso del Caballero Oscuro, Justice League: The Flashpoint Paradox, Justice League: War, y encargado de la trilogía ya mencionada) fue tal, que no le tembló el pulso a la hora de crear un relato capaz de beber tanto de Vertigo de Alfred Hitchcock como del Edipo freudiano. Por supuesto, Bad Blood dejó la vara muy alta para lo que en realidad, en términos de marketing, iba a ser el plato fuerte del año en el universo animado, Batman: La Broma Mortal.

El encargado de la dirección fue esta vez Sam Liu, decisión coherente ya que había dirigido Batman: Año Uno adaptación de la brillante obra de Frank Miller y había estado a la altura de las circunstancias entregando una de las mejores películas del universo DC. Entonces, era claro que Liu tenía el coraje y la capacidad suficientes para encarar la que es sin dudas una de las más perfectas piezas que entregó el mundo del cómic; la irreverente, brutal, desquiciada y genial Broma Asesina del irreverente, brutal, desquiciado y genial Alan Moore.

Antes de empezar con la supuesta objetividad que demandan las formalidades de escribir un análisis crítico debo decir que Batman: La Broma Mortal al igual que Batman: Año Uno, mantiene a la perfección la composición de las viñetas de la obra original. Esto ya debería ser suficiente para estimular a los amantes del detective de Gotham así que pueden dejar de leer acá e ir corriendo a verla.

Batman: La Broma Mortal tiene todas las crueles viñetas que de chicos nos escondíamos de nuestros padres para ver una y otra vez.
Batman: La Broma Mortal empieza con la voz en off de Batgirl diciéndonos que va a empezar a relatar “los hechos previos a que todo se derrumbara”. Esta focalización tan anclada ya de por sí, tiene connotaciones tremendas para aquellos que leyeron la obra de Moore a partir de la cuál parte la traslación. Luego de eso vamos a presenciar un primer acto donde se plantea la relación entre Batman y Batgirl. Esta secuencia funciona narrativamente como una pequeña película dentro de la otra y va a finalizar con la llegada de Batman a Arkham para charlar con el Joker (primeras viñetas de la obra de Moore). Este agregado vuelve a la historia mucho más personal y hasta me atrevería a decir, le otorga un giro mucho más perverso al accionar del villano. El resto del film, como dije, es al igual que Año Uno, una versión exacta hasta en sus mínimos detalles. Esa introducción, sin embargo, hace que necesitemos a un Batman cuyo debate moral/filosófico sea más fuerte aún que en la versión ilustrada. Lo que Liu adiciona no está nada mal pero cualquier cambio de ese tipo altera la percepción del espectador y el director no se hace cargo del mismo hasta el final en donde además, agrega un epilogo que pretende restituir el orden del universo, orden que como sabemos, luego de haber salido a la luz la primer edición de La Broma Asesina de Moore en Marzo de 1988 jamás pudo ser restituido, ni en la ficción, ni en la industria.

Hay algo que se siente extraño en Batman: La Broma Mortal, es como si su director hubiese sido contenido de hacer lo que pretendía, de terminar el relato que empezó. Sin embargo, eso que pensaba hacer, de alguna manera circula por debajo y si bien no está en pantalla, se siente y es terrible.

La película tiene estreno limitado en nuestro país y se presenta en idioma original ya que las voces fueron realizadas nuevamente por Kevin Conroy y Mark Hamill.