Batman: el caballero de la noche asciende

Crítica de Gerardo Pranteda - Cinematografobia

LA CONSTRUCCIÓN DE UNA LEYENDA
Cuerpo y espíritu

Es muy difícil siquiera intentar una crítica cuando se ama tanto a un personaje y cuando sus dos películas anteriores fueron para uno realmente excelentes, casi perfectas. Es muy complicado despegarse de esa admiración que uno tiene por el realizador que, a mi entender, ha logrado llevar al Caballero Oscuro a lo más alto, por el realizador que mejor ha trasladado un personaje de comic a la pantalla (sí, mucho mejor que Burton o que Donner). Pero voy a intentarlo, con la ayuda en los conceptos de un “enfermo” como yo, mi amigo Esteban Echeverría (nobel realizador).
Lo primero que hay que pensar es que la saga de Nolan no son tres películas, es una. Y es una en el sentido narrativo de la fábula aristotélica. En el primer acto se presenta el personaje, su llamado a la aventura, su transformación y apenas se va a insinuar el primer conflicto importante que se desarrolla en The Dark Knight con el Joker como figura antagónica y determinante para el segundo giro de la historia: el inicio de Batman como fugitivo y su metamorfosis completa como señor de la noche. Luego de ese segundo punto de giro, las cosas se complican aún más (cómo dicen las recetas clásicas) y Batman ya no tiene que preocuparse por el murciélago, sino por el hombre. Este es el planteo que hace Nolan tomando como excusa el escape de una cárcel, es Bruce Wayne quien debe renacer nuevamente, ser hombre de nuevo (prestar atención a las sabias palabras del “Doctor”). “Encontrarse con el miedo” y salir del pozo al que se cayó (o lo tiraron) tal como le sucedió cuando tenía 10 años. Por eso es tan perfecto lo que hace Nolan, por eso es tan perfecto el título de la película y por eso es tan épica. No por las peleas cuerpo a cuerpo de cientos de policías y mercenarios, no por la espalda rota (perfecta adaptación de la saga “La Caída del Murciélago” editada a mediados de los años 90), no por Batman huyendo de toda la policía de Gotham, sino por el viaje que llega a su fin en el mismo lugar físico (un pozo lleno de murciélagos) donde tuvo su comienzo. Los continuos elementos narrativos que el guión y la película utilizan para arrastrarnos nuevamente a Batman Begins no son un dato menor, y no hablo de cuestiones obvias como la aparición de Ra's al Ghul o del conflicto del “equilibrio” que persigue “La Liga de las Sombras”, no no, hablo del collar de la madre de Bruce… Aquel que le arrancaron la noche del asesinato en el callejón y que ahora vuelven a robarle (por motivos muy diferentes), hablo de la música solemne con una voz de mujer casi angelical cuando Batman explota en mil pedazos sobre la bahía de Gotham que es la misma, exactamente la misma que acompaña el movimiento de cámara en Batman Begins cuando nos alejamos de Bruce sentado en el piso con sus padres muertos alrededor. Esos continuos guiños al pasado también dicen que la trilogía es en realidad, una sola obra en tres actos. Con precisión de relojería, claro está.

Bruce Wayne con bastón, la ausencia de Batman. El héroe caído.
Por supuesto, en cada acto puede haber filtraciones, no artísticas pero sí narrativas. Pero ¿a quién le importa si no afectan al todo?. A un libro no se lo piensa ni se lo mide por cada capítulo individualmente, igual que a una sinfonía no se la critica analizando sus movimientos de manera aislada. La obra es un todo, y así hay que ver la trilogía de Nolan. Creo que es imposible compararla con las otras dos, creo que es imposible verla sin pensar en las otras dos, simplemente porque cada una es parte de un todo.
Dejando de lado esta cuestión que me parece la más importante, pasemos ahora a otros puntos de la película también claves. Uno de ellos es la acertada elección del villano. El espíritu y el registro que se le imprimió a esta saga desde el 2005 difícilmente hubiese admitido a personajes histriónicos como el acertijo o el pingüino que funcionan perfectamente bien en el comic pero que hubiesen estado al límite de convertirse en marionetas en el universo de Nolan. Algunos dirán que la adaptación de Bane o del mismo Joker demuestra que hubiesen podido funcionar, pero, en definitiva, jamás lo sabremos. En lugar de preocuparnos por lo que no fue, hablemos de lo que existe. Existe Bane, el hombre que “rompió al murciélago”, esa especie de monstruo musculoso todo ironía y cinismo. Bane no es “la pura maldad”, es mucho más que eso: es la representación genuina del antagonista, su boca esta tapada, sus ojos están libres, lo inverso del caballero oscuro a quien se le ve la boca, pero no sus ojos. El plan de Bane es largo (dura casi un año) en toda la historia de la película y está coronado por un secreto guardado en una de las sagas menos conocidas del comic del hombre murciélago (aquella que cuenta la historia de Bane luego de salir de Gótica en busca de su padre). Todas y cada una de las líneas de Bane le recuerdan a Bruce lo “aburguesado” que está, y la necesidad de volver al comienzo: “La paz te costó la fuerza, la victoria te ha vencido”, es una de ellas y la más importante. Pero este personaje no es sólo músculos, guarda (aunque parezca irónico) una fidelidad hacia una mujer casi del tamaño de la que guardan sus secuaces para con él. Bane está lejos del mercenario que intentan vendernos desde el prólogo, es infinitamente más. Es el que le enseña a Bruce qué es realmente la desesperanza, lo que es realmente un castigo y lo que le va a costar renacer de verdad. Su coherencia está casi a la altura del Joker en todos sus pasos (aunque muchos crean que el Joker es solo caos) pero los intereses de Bane van hacia un final que, aunque levemente forzado, no deja de sorprender.

El retorno del Caballero Oscuro: su enfrentamiento con Bane y su consolidación como héroe.
Lo de Catwoman corre en paralelo, su línea de acción nada tiene que ver ni con Bane, ni con Bruce, ni con "La Liga de Las Sombras" y aunque nunca le digan “Gatúbela” (solo se habla de un “Cat” en un diario que se ve en pantalla) su espíritu es el que tuvo el personaje siempre: traidora, interesada, mentirosa pero a la vez sensible y noble. Punto. Se terminó Catwoman.
Un capítulo aparte merece la partitura de Zimmer, llega al hueso como siempre. No hay palabras para describirla. Aunque solo agregó un coro y algunas cosas más a la de The Dark Night es imprescindible escucharla.
Al no poder extenderme más y dejando de lado efectos especiales, un climax de los más largos que ha dado el cine, los guiños en los textos de Fox, la nave que suplanta al “acróbata” y un Robin que se transformará en Batman (aunque nunca existió un Robin que se llame así efectivamente) les voy a contar el único elemento que me molestó de la película: verlo al caballero de la NOCHE, en una batalla épica de día, en pleno mediodía Gótico… Aunque Nolan no deja nada librado al azar y ha elegido evidentemente que esto sea así, no puedo al menos dejar de preguntarme por qué lo hizo. Por qué la última vez que vemos a nuestro héroe de la infancia antes de convertirse en leyenda, lo vemos a pleno sol.
Al despedirme del Caballero de la Noche de Nolan, con una profunda nostalgia, sólo me queda esperar poco menos de un año para volver a la infancia (como lo hace Bruce) y ver otro símbolo en la pantalla: una “S” roja bien grande en lugar del eterno murciélago.