Barry Seal: sólo en América

Crítica de Héctor Hochman - El rincón del cinéfilo

Es increíble cómo se las ingenia Tom Cruise para demostrar que el paso del tiempo no se le note, o como el director Doug Liman genere situaciones de riesgo en una película de acción en las que el actor se mueve a sus anchas por el mismo tratamiento del texto, en la que el despliega su simpatía y su carisma. Basada en la historia real del que fuera piloto de la compañía de aviación TWA, en los Estados Unidos, a mediados de la década del 70, y que fuera reclutado por la C.I.A. para que trabaje para ellos, y termine involucrado con el General Noriega, el cartel de Medellín con Pablo Escobar a la cabeza, Jorge Ochoa en segundo lugar, para terminar involucrado con el gobierno de los Estados Unidos de América al que lo plasma como involucrado en todo. Siendo este aporte lo más importante en tanto denuncia de hechos reales tenga la producción, situación que no eleva en su calificación y categorización al producto terminado.
El filme es sólo eso, aquello que parece un elogio en la producción hacer parecer que el bueno de Tom no envejece, es casi una afrenta desde el guión para Barry Seal (Tom Cruise), para el que tampoco pasa el tiempo. No hay un desarrollo del personaje, es presentado y desde ahí una sucesión de hechos que al no producir cambio alguno en él, ni en el conflicto real, no hay progresión dramática, no hay cambio de estados de ánimo, no hay crecimiento de ninguna naturaleza en los 20 años en que transcurre la historia, consecuentemente termina por ser un tanto previsible, no tediosa pues el ritmo en el que está inmerso el relato no lo permite. El texto se da tiempo para involucrar, nombándolos, a varios de los expresidentes, Reagan, Bush, Carter, como parte de la denuncia.
Sabiendo de antemano la historia y mostrando cómo se va involucrando al paso de los años en temas que descomnoce, sólo movido por la ambición, termina involucrado en tráfico de armas, de influencias, y narcotráfico, todo le de lo mismo, hasta que el cántaro se rompe.
En ese devenir de la historia la realización respeta con muy buena dirección de arte, escenografía, vestuario, fotografía, y banda de sonido incluida las tres décadas por las que circularon las andanzas de éste piloto.
Tom Cruise cumple con lo que se le pide, apoyado en el resto del elenco en el que se destacan Sarah Wright, en el papel de su espos Lucy Seal, Caleb Landry Jones, su cuñadito “JB”, y Domhnall Gleason como Monty Schafer, el agente de la C.I.A.
No mucho más. Casi dos horas que no aburren, pero tampoco aportan demasiado.