Barroco

Crítica de José Carlos Donayre Guerrero - EscribiendoCine

Sucesos urbanos

Barroco (2013) dirigida por Estanislao Buisel es una película que se construye sobre la forma literaria y también desde lo musical, pues utiliza la fragmentación para crear un mundo propio y recurre a la armonía que surge de la contraposición de los intereses de los personajes. Y con ambos elementos (lo literario y lo musical) se entra en un relato de aventura urbana, mostrado desde un lenguaje visual que tiende siempre a la quietud, con un grupo de jóvenes que, con todas sus inquietudes y rebeldías, se encuentran en una Buenos Aires que les da plena libertad a su imaginación.

La historia es de Julio (Adriana Maestri) un muchacho que tiene por novia a Laura (Julia Martinez Rubio) una concertista de flauta barroca quien tiene de director musical a Oscar, su exnovio. Un triángulo que a la vez se agranda más, pues Julio tiene una amante en secreto. Aunque es Laura la única que ignora dicho romance, pues todos los demás personajes conocen a la amante. En ese contexto Julio, que comienza a tener una vida junto a Laura, consigue un trabajo en una librería y ahí da inicio a una nueva rutina. Conforme avanzan los días comprende el pequeño mundo de relaciones que se esconde entre los libros y los disparatados compañeros de trabajo que puede tener. Sin embargo, Julio es un ser inquieto y así como planeará un robo, también quiere hacer una fotonovela. Emulando las revistas pornográficas que vienen con fotos y pequeñas historias, anda por la ciudad junto con su amigo Lucas, sacando fotos. Y la historia de dicha fotonovela no es otra que una época en que Buenos Aires se queda sin gas.

Empezando por que está organizado en forma de diario (la fragmentación literaria por excelencia) la película nunca pierde ese esquema ordenado. Y eso lo hace interesante si se ve que es un lenguaje como si estuviera pre-determinado y sobre el cual tiene que filtrarse toda la historia. Puesto que siempre utiliza la cámara fija y recurre a escasos movimientos de cámara. Se puede decir que está todo el tiempo como un rompecabezas de fichas similares. Y que con un cuidado fotográfico y un gran trabajo de arte, hacen que todo los elementos dispares se uniformicen. Por ejemplo la música clásica-barroca y los personajes que poseen cierta cultura elevada frente a cuestiones más ordinarias como las revistas pornográficas y los trabajadores de la librería.

Aunque no se puede negar que hay una sensación de excesiva rigidez con ese esquema de trabajo visual, tal vez porque lo desigual tenía que venir de otro elemento. Por ejemplo el mundo de las revistas pornográficas que dicho sea de paso, de por sí contagian a que la trama libere el pudor y haya también un trabajo sobre el cuerpo o se presenten desnudos determinados o sobreentendidos. Y estas cuestiones parecen no tomarse de manera decidida en la película, pues hay desnudos que parecen un poco forzados a omitirse o en todo caso a sobre-cuidarse y no dejados a la cotidianeidad. Aunque sin embargo, las escenas no pierden por ello su nivel de encanto.

Sin duda el aspecto literario es lo más atractivo, el mundo de la librería y la actuación de Walter Jakob son lo más memorable, pues el libro como tema y la ya mencionada organización literaria enriquecen la película. Además, los personajes ambiguos, enmarcados en la rutina, y lo menos ambiguos de entre la que resalta Julia Martinez Rubio, hacen que se alcancen varios registros y climas. Y si bien al final la película se pierda en la búsqueda constante del humor y algunos detalles narrativos, como el hecho de que un ladrón no muera en su ley o el hecho de que siempre lo más interesante era no poder descubrir del todo lo que traía la fotonovela, es una película arriesgada y hecha de manera impecable, de la que se puede aprender (al ser opera prima) ya que deja una sensación grata y placentera.