Bárbara

Crítica de Jorge Luis Fernández - Revista Veintitrés

Áridos ’80

A los 52 años, no sería correcto decir que Christian Petzold es uno de los nuevos niños mimados de la crítica, pero una serie de hitos recientes (como su contribución a la trilogía Dreileben) lo posicionan como uno de los directores más representativos del nuevo cine alemán. Y sin embargo, Bárbara, firme candidata a representar a su país en la próxima entrega del Oscar al cine extranjero, prueba que los galardones llegan casi siempre a destiempo. En su quinto trabajo conjunto, Nina Hoss presta su áspera belleza para el rol de una médica deportada a la ex República Democrática Alemana. Forzada a vivir fuera de Berlín, Bárbara tiene un trato distante con sus colegas de una clínica de pueblo; recibe crónicas inspecciones de la Stasi y sospecha que su supervisor André pueda ser agente de la misma, mientras tiene encuentros clandestinos con su novio, que desde Berlín prepara su fuga.
No hay duda de que este es un film difícil; es un film de época, pero de una época relativamente cercana (principios de los ochenta), y Petzold, como realizador estrictamente contemporáneo, erradica las marcas del tiempo. Ese es su mayor mérito: Bárbara pudo haberse hecho en 1982 y aun resultaría moderna. Quizá sea culpa de ese rigor, que lo privó de cometer licencias, pero la aridez de Bárbara, aun cuando su protagonista se amiga con el entorno, está emparentada con una suerte de neorrealismo que no cuaja bien. Lejos de las ambigüedades de Yella, su magistral obra, las diáfanas escenas de exteriores y las actuaciones hacen que Bárbara sea un auténtico (aunque laxo) Petzold.