Bañeros 4: Los rompeolas

Crítica de Emiliano Basile - EscribiendoCine

Los bañeros más tontos del mundo

Después del desastre fílmico que fue Bañeros 3: Todopoderosos (2006) nadie podía imaginarse que habría una cuarta parte. Pero hay un detalle no menor: la tercera versión de Los bañeros más locos del mundo (1986) recaudó un millón y medio de espectadores, cifra sideral para una producción argentina y que justifica cualquier secuela.

Los bañeros más locos del mundo se reestrenó en enero pasado autodenominándose clásico del cine nacional. No es una gran película, ni siquiera buena (Tonto y retonto tampoco y se espera con ansias su secuela) pero tenía algo que la hacía funcionar: el chiste tonto consciente. Algo que no volvió a repetirse en sus secuelas que fueron de mal en peor. La original era mala pero a propósito, que no es lo mismo que ser mala por defecto. Paradójicamente ese fue el elemento que fomentó la horda de seguidores que formaron clubes de fans.

En Bañeros 4: Los rompeolas (2014) se busca volver al chiste tonto consciente, infantil y burlón: la presencia de Karina Jelinek haciendo de tonta es un ejemplo. Ése mismo que enaltecen Los tres chiflados o cualquier dibujo animado para chicos. Y hay que reconocer que no es tan mala como la anterior. A Pablo Granados, Pachu Peña y Freddy Villarreal se los ve más cómodos en el rol de los bañeros, los cómicos e imitadores funcionan mejor esta vez, mientras que Emilio Disi se parece un poco más al Emilio original. Los chistes tontos (muy tontos por cierto) tienen la intención de recuperar la gracia de la película de los años ochenta.

Todo parece estar sumergido en un histrionismo eléctrico de videojuego que licua cualquier relación con la realidad. El problema es la falta de gracia. Salvador Valverde Calvo, guionista de la película y de todas las anteriores, nació en 1924 (saquen la cuenta de su edad) para entender que los chistes sean exactamente los mismos desde la original hasta ahora. Y sumado a esto, la dirección de Rodolfo Ledo es tan falta de imaginación que arruina hasta secuencias que podrían estar mejor logradas.

¡Ah la historia! Pablo, Pachu, Freddy y Mariano (Iúdica) entran a trabajar a un balneario con acuario marino incluido, que quiere ser comprado por un empresario muy malo con el fin de desbaratarlo y convertirlo en un Casino. Tanto ellos como la bañera Karina (Jelinek), el gerente Emilio y la dueña (Fátima Flórez), tratan de impedirlo junto al hijo -tonto pero bueno- (Nazareno Mottola) del villano de turno.

Por ahí andan las intenciones de esta película cuya mayor virtud es que dura poco y termina rápido. La pregunta es: ¿Si hay cuarta parte de Transformers por qué no puede haber de Los bañeros? Dato que no justifica absolutamente nada, sino que explica que dos películas sin argumento se estrenen el mismo día y con el único fin de recaudar dinero para sus hacedores.