Bañeros 4: Los rompeolas

Crítica de Adolfo C. Martinez - La Nación

Regreso con pocas ideas y menos humor

En 1987, y con Los bañeros más locos del mundo, se inició una serie de películas en la que un grupo de salvavidas vivían alocadas aventuras. Debido al éxito de público, sus productores realizaron dos films más (Bañeros 2: la playa loca, de 1989, y Bañeros 3: todopoderosos, de 2006). El tema, sin embargo, pareció no agotarse y así llega ahora a las pantallas la cuarta producción que, con distintos intérpretes (salvo Emilio Disi) vuelve a tener a las playas de Mar del Plata como escenario.

La historia (o, más bien, la historieta) se centra esta vez en cuatro empleados de un restaurante convocados por el encargado de un balneario marplatense para trabajar con él, ya que la propietaria lo amenaza con despedirlo si no lograba el favor de los turistas. Los amigos aceptan el encargo, aunque no saben nadar ni estuvieron jamás cerca del mar, mientras que un ambicioso empresario tratará de apoderarse del lugar para construir allí un gran casino.

El director Rodolfo Ledo construyó su film apoyado en figuras humorísticas de la TV, pero el proyecto se ve malogrado por un guión carente de originalidad, en el que gags tan antiguos como el cine sirven de apoyatura para que los cómicos intenten con gestos, sonidos escatológicos y un llamativo nerviosismo arrancar alguna tímida sonrisa a los espectadores.