Bajo mi piel morena

Crítica de Marcelo Cafferata - Lúdico y memorioso

Quien haya podido ver -sobre todo en el momento en que fue estrenada, allá por el 2008- aquella rupturista “Vil Romance”, tendrá claro que a partir de ese mismo momento, con sus fanáticos y sus detractores, José Celestino Campusano comenzó a trazar un particular recorrido que lo coloca dentro del cine de autor en nuestra producción nacional. Si bien Campusano no quiere adjudicarse ninguna etiqueta, sin autodefinirse como autor, no podrá negar que su cine lleva su impronta, su barrio, su mirada social y sus propias reglas.

Avanzando en su filmografía, su espíritu metalero y motoquero nos trae una de las grandes atracciones del Festival de Cine de Mar del Plata de aquella temporada “Vikingo” a la que siguieron “Fantasmas en la ruta”, “Fango” y “El perro Molina” entre tantas otras y comenzó a generarse ese estilo propio que permite claramente ver una película de Campusano e indudablemente sentir que lleva su firma y que sólo él podría contar las historias de la manera en la que lo hace.

Un cine que intenta permanentemente escapar de cualquiera de las convenciones y el encasillamiento en determinados géneros o temáticas y que se dispone a contar historias allí en donde otros realizadores no pondrían jamás su cámara. Enarbola silenciosamente una especie de militancia por lo diferente, generando un espacio en la pantalla para todo aquello que se estigmatiza por su misma marginalidad.

Cada uno de sus proyectos ha ido haciendo foco en temáticas poco abordadas por el cine nacional y sin repetirse ni autoplagiarse –como sí sucede con tantos otros directores que miran a este tipo de cine con cierto desdén-, intenta en cada nuevo trabajo, dar visibilidad a temáticas que irá desarrollando con su impronta ideológica siempre presente y sin traicionar un estilo inconfundiblemente propio.

Su productora, Cinebruto suele encarar estos proyectos en forma colectiva y no sólo el ojo de Campusano está detrás de la cámara sino que también está presente su escritura y su pensamiento en los guiones que él mismo desarrolla para cada una de sus películas.

Del relato visceral y descarnado de un romance gay con desenlace trágico y violento (“Vil Romance”), pasa a una crítica a las pasiones burguesas y el mundo de las clases altas en “Placer y Martirio” o el difícil rol de un asistente de menores en Bariloche para “El Azote” en donde estaban presentes la corrupción institucional, la discriminación, la violencia de género y los abusos y los excesos de todo tipo.

Temas tan arriesgados de abordar como el racismo que pesa sobre los pueblos originarios, la xenofobia y el ambiente carcelario y su vínculo tóxico con la justicia aparecían en su notable “El sacrificio de Nehuén Puyelli” y en su reciente “Hombres de piel dura” logra retratar el despertar homosexual del protagonista en una cerrada sociedad pueblerina donde la misma doble moral condena tanto la diferencia de clases como la libertad de ciertas elecciones, mientras que silencian y encubren a un cura pedófilo.

En su último trabajo “BAJO MI PIEL MORENA” que se estrena esta semana en la plataforma www.cine.ar/play dentro del ciclo “Jueves Estreno”, Campusano elige como principal protagonista a Morena, una mujer trans que intenta hacerse respetar en la fábrica donde trabaja como operaria, abriéndose camino en un microcosmos dominado abiertamente por el poder machista.

Durante el desarrollo de la historia central de Morena –y el vínculo con su madre que es un eje importante dentro del film y en el espacio que siempre otorga Campusano en su cine a la figura materna- se establecerá una fuerte relación con otras dos chicas trans (su amiga Claudia, que ingresa a un colegio secundario como profesora de Historia recientemente recibida y su prima Myriam que se vincula con policías ejerciendo la prostitución) que le permite a Campusano desplegar desde su guion tres historias y tres realidades bien diferentes dentro de un mismo universo, en donde el común denominador es el rechazo, la desprotección y la violencia que viven los personajes en función a sus elecciones de vida por las cuales son fuertemente marcadas y discriminadas.

Como en toda realización de Campusano, se encuentran presentes todos los elementos a los que los tiene acostumbrados en su cine: diálogos demasiado impostados y que intencionalmente subrayan los mensajes que quieren transmitir y algunas líneas que no le permiten a sus actores no profesionales fluir de una forma más llevadera. En el universo de su cine, ya sabemos que las frases suenan impostadas y hasta algo escolares, pero así es el cine de Campusano y una vez aceptada esa convención y esas reglas de juego que el director propone, podemos encontrar que detrás de ese artificio ficcional hay un fuerte compromiso con ir más allá de lo que el resto se anima a mostrar, generar un espacio de discusión sobre temas que están ausentes en el cine argentino y mostrar cómo esos conflictos pueden amplificarse cuando se trata de clases sociales más desprotegidas y que no cuentan con un respaldo económico que facilitaría muchas de sus decisiones.

Aparece una vez más esa pasión por lo inexplorado, esa búsqueda inquieta de un nuevo lenguaje narrativo como sucede prácticamente en cada una de sus películas –independientemente que algún pulido más meticuloso en los diálogos mejoraría sustancialmente el resultado final- siempre bordeando lo marginal, con una cierta sordidez que sobrevuela en sus ambientes y con su instinto de denuncia tendiente a empoderar a aquellos que parece no tener voz ni espacio de ninguna otra manera.

“BAJO MI PIEL MORENA” habla sobre la decisión de vivir una identidad y del derecho a ser respetado, con la franqueza y la libertad que esto implica, lejos de cualquier ocultamiento, lejos de las trampas y los dobles discursos que viven justamente quienes moralmente condenan al resto, brindando una mirada absolutamente despojada de cualquier juzgamiento –como lo hace siempre Campusano con sus personajes- y rescatando los valores más nobles.

POR QUE SI:

«Por su pasión por lo inexplorado, esa búsqueda inquieta de un nuevo lenguaje narrativo»