Bailando por la libertad

Crítica de Regina Fallangi - Cine & Medios

Una revolución coreográfica

La película está basada en la historia real del bailarín Afshin Ghaffarian (Reece Ritchie) quien en el año 2009 formó una compañía de danzas en Irán, a pesar de la complicada situación política y la prohibición sobre el baile que existía en el país.
Si bien el contexto sociopolítico de la historia es muy interesante, la película no es más que una novela, digna de un telefilme de los años 80. Nada explica sobre la situación del país, sino que muestra un régimen en el que los malos son malísimos y los protagonistas no poseen ideología alguna, sino simplemente unas ganas locas por bailar y expresarse, como una especie de "Footloose" islámico.
Afshin logra reunir a un grupo de asustados jóvenes que como reacción a la represión que los rodea montan una obra en el desierto, donde con la danza como forma de expresión, manifiestan su descontento hacia la situación en que se encuentran, situación que la película no profundiza demasiado, y se limita a mostrar hombres violentos que atacan a estos jóvenes artistas.
Así la historia se convierte en una seguidilla de lugares comunes y clichés que incluyen un romance entre Afshin y Elaheh (Freida Pinto), una hermosa bailarina, que víctima de un pasado trágico abusa de las drogas, las que logra abandonar gracias a la ayuda de su enamorado.
No faltan las alusiones a la tierra de la libertad, cuando los jóvenes que no pueden acceder a clases de bailen miran videos por Youtube, y lo consideran su "maestro", incluso la infancia del rebelde bailarín muestra que su fuente de inspiración eran filmes como "Dirty Dancing" que conseguía de forma clandestina.
A pesar de las hermosas imágenes del desierto y las armoniosas coreografías, la película resulta absurda y por momentos hasta graciosa, aunque su intención era mostrar un drama sobre la falta de libertad y de derechos.