Badur Hogar

Crítica de Ricardo Ottone - Subjetiva

“Badur Hogar”, de Rodrigo Moscoso
Por Ricardo Ottone

Dieciocho años después deModelo 73(2001), Rodrigo Moscoso vuelve al largometraje. Y vuelve también a Salta, escenario de aquella opera prima que seguía el deambular veraniego de un trío de adolescentes tardíos o en el camino incierto a dejar de serlo. Se podría afirmar que 18 años no es nada, aunque sabemos que no es tan así. Sin embargo para Juan (Javier Flores), que ya esta por la mitad de sus 30, las cosas parecen no haber cambiado tanto en los últimos años: Sigue viviendo con sus padres, su vida social es limitada y se gana algunos pesos (no muchos) limpiando piletas junto a un amigo/socio (un “trabajo de adolescente” comenta su madre cuando cree que este no lo escucha). La vieja joya de la familia, responsable del relativo buen pasar que hoy disfrutan, es Badur Hogar, legendario emporio del electrodoméstico, ex líder del ramo en la zona del noroeste, hoy cerrado con mercadería intacta de dos décadas atrás. Usado como cuartel y refugio por Juan, el local suspendido en el tiempo funciona como metáfora del mismo estancamiento en la vida del personaje, del estado de suspensión al que sometió sus ambiciones y deseos. Las cosas parecerían moverse un poco cuando conoce a Luciana (Bárbara Lombardo), una porteña extrovertida con la que el más cauteloso Juan arranca una relación en la que hay afinidad y piel, pero que ciertos secretos que Juan no se atreve a compartir pueden poner en riesgo.

Con tan solo una película, Moscoso se hizo un nombre en aquel Nuevo Cine Argentino, al que generacionalmente pertenecía. Aunque aquel coming of age quizás no se emparentaba tanto con los reconocibles adolescentes abúlicos porteños sino un poco más con una joven comedia uruguaya de aquel entonces como 25 Watts(2001) de Pablo Stoll y Juan Pablo Rebella. Con Badur Hogar, Moscoso parece traernos de vuelta a esos personajes, Juan es torpe, perdedor, algo melancólico e inmaduro, que no sabe muy bien qué hacer con su vida. Pero lo que intenta el realizador es también subvertir esa lógica y ver si algo de eso se pone en marcha.

Un personaje salteño que se fue y supuestamente “triunfó” en Buenos Aires describe con cierta condescendencia a sus coprovincianos diciendo que son “quedados”, pero este retrato, demasiado difundido, va a ponerse aquí en cuestión. Uno se puede sentir tentado de hablar de la comedia salteña, como si supiera bien de qué se trata eso, pero quizás en este caso el origen no sea tan importante. Badur Hogar es una comedia hecha y derecha, una comedia romántica además, que usa sus reglas y convenciones y a veces también juega con ellas para ir por otro lado, con diálogos y situaciones tan incómodas como desopilantes, cuyos protagonistas tienen química y resultan queribles y que constituye para Moscoso un bienvenido regreso.

Esta reseña corresponde a la presentación de Badur Hogar en la Competencia Argentina del 21º Bafici.

BADUR HOGAR
Badur Hogar. Argentina. 2019
Dirección: Rodrigo Moscoso. Intérpretes: Bárbara Lombardo, Javier Flores, Castulo Guerra, Daniel Elías. Guión: Patricio Carrega, Rodrigo Moscoso. Fotografía: Enrique Silva. Música: Axel Krygier. Edición: Federico Casoni. Dirección de Arte: Mariela Rípodas. Producción: Rodrigo Moscoso. Producción Ejecutiva: Mariel Vítori. Distribuye: Cine Tren. Duración: 101 minutos