Badur Hogar

Crítica de Gimena Meilinger - Cuatro Bastardos

Badur Hogar: El quedado pierde.
Rodrigo Moscoso vuelve a dirigir un largometraje, luego de su prometedora ópera prima “Modelo 73”, de 2001, devenida en película de culto. Ahora, 18 años después, “Badur Hogar” es un buen regreso, otra vez desde su Salta natal, para divertir con una comedia de enredos.
Estrenada en la edición número 21 del Bafici, “Badur Hogar” ahora tiene su estreno comercial. El film nos muestra la vida de Juan Badur (Javier Flores), el más perdedor del pueblo, el “quedado”, como todos dicen de él. A sus 35 años, vive con y de sus padres, es piletero y amigo de un freaky metalero. El pibe “quedado”, una noche, de colado en un casamiento, conoce a Luciana (Bárbara Lombardo), una porteña de paso por el norte argentino, quien se hace pasar por su novia para que Juan pueda presumir delante de sus compañeros. A partir de ahí, una serie de eventos enredados y muchas mentiras los llevarán a una atracción difícil de ocultar.
Badur Hogar es el negocio familiar creado por el abuelo de Juan, que su padre conserva cerrado, con los ventanales tapados de diarios amarillentos, a modo de recuerdo para los habitantes del pueblo, sobre todo por sus pegadizos jingles. Ese lugar, abandonado en el tiempo, es el refugio de Juan, lo que puede resultar una metáfora sobre su propia vida, donde la madurez se presenta como un dilema.
Al igual que en su película anterior, Rodrigo Moscoso presenta de nuevo un “coming of age”, distinto, más duro, con adultos que deben tomar decisiones, pero lo hace en tono de comedia con momentos románticos. Si bien todo trascurre en Salta y muestra la cultura de la clase media de ese lugar, logra ser accesible a fuerza de la universalidad de los tópicos tratados.
Javier Flores logra una simpática interpretación de Juan, el quedado del pueblo que, a partir de mentiras y algunas situaciones embarazosas, intenta salir adelante. Bárbara Lombardo se luce como Luciana, en un papel fresco y divertido, co-protagonizando de excelente manera. Ambos desarrollan de manera correcta sus personajes, haciendo emocionar y reír en partes iguales. Hablando de los personajes secundarios, el padre de Juan es representado por Cástulo Guerra, el argentino que supo hacer una carrera en Hollywood, participando en películas como “Terminator 2”, “12 horas para sobrevivir”, “Los sospechosos de siempre”, entre otras.
Con diálogos ocurrentes, personajes opuestos, el papel del amigo raro e impresentable y el conflicto bien delimitado sobre el actual problema de los jóvenes adultos y su incapacidad de madurar, la película logra generar empatía, a pesar de su liviandad, y los detalles autóctonos suman originalidad a la propuesta.
Sin más pretensiones que entretener, es una comedia efectista que a veces pierde un poco el rumbo pero Moscoso sabe salir de esos enredos con menos problemas que el protagonista de la historia y logra que el público tenga interés en llegar hasta el final, a base de risas y algo de emoción, tocando temas como el amor, la familia, la superación, el madurar y la amistad.
“Badur Hogar” logra que el espectador se sienta identificado en esa competencia, a través del paso del tiempo, en la que hay mucha gente mostrándose más exitosa de lo que realmente es y en la que uno se siente un fracasado ante las conquistas de los de la misma generación, que no fueron tan “quedados