Bad Boys - Para siempre

Crítica de Emiliano Fernández - Metacultura

Acción en la mediana edad

Bad Boys para Siempre (Bad Boys for Life, 2020), el último y lamentable producto de la franquicia iniciada con aquella ópera prima bobalicona de Michael Bay de 1995, nos retrotrae a la época en la que el susodicho recién salía de las comarcas de la publicidad y los videoclips y todavía era una incógnita -para algunos ingenuos incluso una promesa- dentro del cine de acción más pomposo, esos años que abarcaron tanto su mejor película en términos concretos, La Roca (The Rock, 1996), con Sean Connery, Nicolas Cage y Ed Harris, como esta mixtura de segunda mano entre dos de las realizaciones decisivas del campo de las buddy movies de las décadas del 80 y 90, Un Detective Suelto en Hollywood (Beverly Hills Cop, 1984) y Arma Mortal (Lethal Weapon, 1987), por supuesto sin que Will Smith y Martin Lawrence logren alcanzar la química en pantalla de Mel Gibson y Danny Glover ni mucho menos la sagacidad todo terreno del joven e incendiario Eddie Murphy.

Así como Bay pronto tiraría a la basura toda esperanza que se podría haber depositado en él con la espantosa trilogía de films que vino luego de La Roca, aquella compuesta por Armageddon (1998), Pearl Harbor (2001) y Dos Policías Rebeldes 2 (Bad Boys II, 2003), los ahora directores por encargo Adil El Arbi y Bilall Fallah, un dúo de cineastas belgas, venden su alma a Hollywood y entregan un producto un poco mejor -aunque no mucho- que los dos primeros eslabones de la saga, fundamentalmente reemplazando las caóticas fotografía, edición y mezcla de sonido del acervo estándar de Bay con un enfoque bastante más tradicional y reposado, pero desde ya manteniendo todos los clichés de las comedias de acción y un metraje extenso hiper innecesario y redundante, como si cada “giro” del relato o el patético desarrollo de personajes no pudieran verse a kilómetros a la distancia bajo la estructura de siempre de las parejas disparejas y los malos más malos bajo el sol de Miami.

A simple vista pareciera que Smith todavía no superó el halo narrativo de la deficitaria Proyecto Géminis (Gemini Man, 2019), sin duda la peor película de Ang Lee, porque en Bad Boys para Siempre continúa esquivando las balas de una versión más joven y veloz de él mismo aunque en esta oportunidad latina, hablamos del villano mexicano Armando Armas (Jacob Scipio): el guión de Chris Bremner, Peter Craig y Joe Carnahan divaga alrededor de lo que el mainstream entiende como la crisis de la mediana edad de los señores, con el Detective Marcus Burnett (Lawrence) convirtiéndose en abuelo y optando por el retiro cuando ve cómo acribillan en la calle a su compañero Mike Lowrey (Smith), de lo que éste eventualmente se recupera al punto de comenzar a investigar quién es el que osa atentar contra la vida del “policía estrella” de narcóticos de la Florida, precisamente ese Armas que viene de liberar a su madre de prisión, Isabel Aretas (Kate del Castillo), una mujer que supo encabezar un cartel junto a su hoy fallecido marido. Así las cosas, resulta evidente que Aretas guarda un encono especial contra Lowrey y por ello, además de utilizar a Armando como un sicario que se carga a los uniformados responsables de su encierro, pretende que su ex amante sufra largo y tendido, circunstancia que a su vez provoca que ambos protagonistas unan fuerzas para detener a la dupla de malvados de la nación vecina.

La película es todo lo elemental y poco imaginativa que se puede esperar y lo mejor que puede decirse de ella es que ni Lawrence ni Smith pasan vergüenza con sus cincuenta y tantos años y que las escenas de acción son menos confusas, estúpidas y descabelladas que sus homólogas de antaño, aquellas que tenían estampado el “sello Bay” de la mediocridad fanática del gigantismo para lelos. Bad Boys para Siempre vuelve a confirmar que la fórmula basada en la premisa “personaje bufonesco/ familiero/ sensible” (Lawrence) y “personaje canchero/ mujeriego/ adusto” (Smith) está en crisis en el cine hollywoodense desde hace mucho tiempo, a lo que se suma el doble hecho de que aquí está desperdiciado el interés romántico de turno de Lowrey, Rita (Paola Núñez), y que la muerte del Capitán Howard (Joe Pantoliano), asesinado por Armando en plan francotirador a la mitad del film, nos deja sin una verdadera tercera pata de peso sobre la cual sostener los estereotipos. Los realizadores ya habían demostrado en Image (2014), Black (2015) y Patser (2018) que saben encarar thrillers remanidos aunque más o menos eficaces y una vez más vuelven a hacer lo mismo sin mayor horizonte que el abultado cheque hollywoodense, por lo menos explicitando que es mucho mejor un vehículo tonto para estrellas old school como el presente que la catarata impersonal de CGI de tantos productos masivos de hoy en día…