Bacurau

Crítica de Aníbal Perotti - Cinemarama

El ángel exterminador

Una mujer regresa a su pueblo para un funeral. También habrá una fiesta. Y una guerra. Ruido y furia, música y gritos, sangre y polvo. Seres míticos surgidos del pasado y de los sueños que fluyen con bellos fundidos encadenados. Kleber Mendonça Filho y Juliano Dornelles evocan la incandescencia del cinema novo de los años sesenta con la reinvención del cangaceiro y un artificio deliberado. Los cineastas se apropian del spaghetti western para sumergirlo en las raíces brasileras a través de la historia de una pequeña comunidad olvidada en las profundidades del nordeste sobre la que se cierne una amenaza fascista: un grupo de turistas armados y excitados reunidos en un safari especial que elige el Sertão como terreno de caza. Bacurau es una fábula política, una alegoría brutal atravesada por un espíritu lúdico, una oda a la resistencia, al coraje y a la libertad de un pueblo cuyo exterminio ha sido programado.

La película se toma el tiempo necesario para descubrir a sus habitantes, observando a la médica y a la prostituta con igual nobleza, e introducir sutilmente el tema del agua cuyo acceso ha sido restringido por una autoridad lejana. La irrupción del intendente da lugar a una escena maravillosa que condensa la desconexión entre los dos mundos. Bacurau es una extraordinaria ficción política cuya vitalidad inquebrantable funciona como un antídoto contra la monstruosidad real de la extrema derecha contemporánea: un relato fuera de tiempo que logra traducir la tensión social que hoy vive Brasil. Un grito primario y coral, una explosión gráfica, una rabia caótica que invoca los códigos populares para conjurar al espectro. La libertad formal de los cineastas se traduce en una descarga de energía que vibra en el espacio y en los movimientos, en los cuerpos y las historias, en la sensualidad y la muerte.