Baby: el aprendiz del crimen

Crítica de Leandro Porcelli - Cuatro Bastardos

Baby – El Aprendiz del Crimen: Música, corazón y adrenalina.
Cuando le debes plata a un criminal interpretado por Kevin Spacey va a ser difícil escapar, no importa lo bien que manejes…
Edgar Wright es un director inglés reconocido por su debut, la comedia de zombies Shaun of The Dead, y sus posteriores éxitos como Hot Fuzz y Scott Pilgrim vs. The World. Pero esta es la primera de sus películas que logra combinar tanto un carácter internacional como un atractivo para todos: los robos y las persecuciones de autos.
Wright es un director particular, muy popular especialmente entre los mismos cineastas, por su estilo tan dinámico y energético. Sus rápidos y precisos movimientos de cámara se combinan con su incansable montaje que elevan cada una de las secuencias, no importa si de una banal conversación se trata. En varias ocasiones parece que la escena se niega a permanecerse quieta. Y si eso queda para las escenas de nuestro protagonista tranquilo en su casa, o enamorándose de una camarera, que decir de las secuencias de acción: este es un film que genera mucha adrenalina y que pide a gritos que llegues a casa con ganas de armarte una lista de reproducción para salir a correr, al gimnasio o a comerte al mundo.
Pero uno de los rasgos que se suele destacar menos en el arsenal de Wright es algo que en Baby Driver logra brillar como nunca: su constante juego con la música. Scott Pilgrim ya se había acercado a ser un musical, y ahora Baby Driver alcanza a ser lo más cercano a un musical que se puede aún cuando en ningún momento canta algún personaje. Los cortes con sonidos y con la música son algo usual en toda su filmografía, pero en esta ocasión alcanzan otra dimensión: no hay disparo que no vaya al ritmo de la canción, hay movimientos de los actores y lineas de dialogo que se dicen al ritmo de la banda de sonido.
Baby (si, B-a-b-y: Baby, así es el nombre del protagonista) es un joven ladrón de autos y conductor implacable para robo de bancos. De niño perdió a sus padres en un accidente de tránsito que lo dejo con un constante zumbido en los oídos que solo puede apaciguar escuchando música constantemente. Casi no hay secuencia en la que no suene lo que Baby esta escuchando en ese momento, y en las pocas sin música tenemos una probada del zumbido que lo aqueja constantemente. Baby no puede funcionar sin su música, tal y como es imposible que esta película sea separada de su increíble soundtrack. Valdría la pena que pasen por el cine solo para escucharlo un rato.
Las deudas que tiene con el personaje de Kevin Spacey (un todopoderoso del crimen) lo atan obligatoriamente a esta vida, y a pesar de planear su escape un grupo particularmente violento de compañeros de trabajo y una camarera (Lily James) complicaran mucho las cosas. Jamie Foxx (Ray) y Jon Hamm (Mad Men) se aseguran de mejorar cada escena que comparten entre asaltos con sus personajes roba bancos, y con Spacey crean un trío magnífico.
Si tenes ganas de infectar tu pie con una de las mejores bandas sonoras del año, mientras tu cuerpo se inclina hacia adelante metido en las secuencias de persecución y tu cabeza y ojos no saben para donde continuara la acción uno de los mejores directores jóvenes de los últimos años, ver Baby Driver sin dudas que será una de las mejores decisiones que podes tomar. Y quien sabe, aparte de todo el decorado podes encontrarte con algo de corazón en el guion y esta historia de amor joven.