Azor

Crítica de Catalina Dlugi - El portal de Catalina

Es una película sorprendente y fascinante. Su realizar el director suizo  Andreas Fontana escribió también el guión con Mariano Llinás, utiliza los ecos lejanos de una historia familiar que no es literal pero que despertó sus ansias creativas y de investigación. Lo que muestra el film es a nuestro país en pleno año 1980, con los ecos del mundial todavía vigentes y un terrorismo de estado en plena acción que se evidencia desde el principio. Pero el mundo que se muestra es otro, porque el protagonista es un banquero suizo que viene a reemplazar a otro enviado de la entidad que desapareció en raras circunstancias. Y ese hombre que trata con las clases poderosas argentinas, incluidos representantes de la curia, militares, funcionarios, empresarios, viene a hacer negocios, a proteger dineros y bienes, con la discreción y prolijidad que todos identifican con los banqueros suizos. Negocios con dinero de dudosa y sangrienta procedencia, donde el enviado suizo comprende que no solo es un agente necesario sino parte de un juego siniestro y perverso en un clima cada vez más oscuro y ominoso. Con el aire de un thriller político logrado con creciente tensión, donde un destino individual, una personalidad, entre mandatos y necesidades urgentes se revela y se hermana con un país.