Aviones

Crítica de Iván Steinhardt - El rincón del cinéfilo

Desde el afiche queda todo muy claro. Cualquier niño o adulto que haya visto “Cars” (2006) sabrá de qué se trata “Aviones”, o al menos una idea inmediata de con qué va a encontrarse.

Se venía pensando desde hacía tiempo esta suerte de desprendimiento del mundo de los autos. De hecho, en la segunda parte podíamos ver barcos ya con los ojos característicos. El proyecto cobró más consistencia y creció a la par de algunos reparos. Se redujo el presupuesto a menos de la mitad de lo que costaría una producción pensada para cine. “Cars” costó 120 millones, y esta apenas alcanzó los 50.

Para no correr riesgos los generadores de la idea y el guionista pusieron un papel de calcar sobre aquél guión de 2006. Solo cambiaron los nombres y les puso alas, de modo que las similitudes entre los personajes de una y otra son asombrosas.

Se corrió Pixar de la ecuación. Se nota.

Dusty (voz en español de Edson Matus) es un avioncito fumigador, vuela bajo y sueña alto, con pretensiones de participar en una carrera mundial de aviones de poca autonomía. Entre sus amigos está Dottie, una arréglalo-todo; Chug (voz en español de Rubén Moya), un camión de bomberos desvencijado y gracioso; Skipper (voz en español de Armando Rendiz), un avión de la Segunda Guerra Mundial, con alguna herida y una vieja historia que justifica su presencia y, por supuesto, hay un “villano” que no es otra cosa que un competidor sin escrúpulos llamado Ripslinger

Dusty por casualidad logra clasificar para la carrera y así se lanzará al desafío de correrla y ganarla, si es que puede. En el trayecto descubrirá distintas posiciones frente a la vida y re-descubrirá su personalidad con tiempo suficiente para hacer lo que está bien, antes que pensar en el mérito y la gloria. Como ve, pueden ser autos o aviones, pero la carcasa está hecha de lo mismo.

Sería necio negar que los personajes y la trama resultan simpáticos. Los que vieron la de los autos hace 7 años probablemente pasen de largo, pero el público se renueva con lo cual el éxito está garantizado.

En “Aviones” la aventura y los gags funcionan a la par y con buen ritmo en una historia casi sin sub-tramas que la apoyen. Más bien son personajes con situaciones específicas que, tarde o temprano, terminan por resolverse, aunque no siempre aportando a la acción medular. Un trabajo modesto pero efectivo de Klay Hall en su primer largometraje.

Donde sí pierde algo esta producción es en la sutil profundidad presente en casi todas las de Pixar: La fórmula perfecta para que grandes y chicos se lleven algo. El sub-texto de “Cars” abordaba el sentido de pertenencia a un lugar y la sensación de desarraigo y olvido que trae aparejado el progreso y la vorágine de este tiempo. Nada de eso hay en “Aviones”. Mejor dicho, no con el nivel de análisis que tienen los guiones de Pixar. En todo caso hay algo del compañerismo y de tener una escala de valores inquebrantable ante cualquier tentación. Sucede que cuando un mensaje como este es simplemente mencionado en lugar de darle tratamiento, parece tan anecdótico como la carrera en cuestión.

De todos modos, estamos frente a un producto ideado y pensado para entretener. Si es por eso, “Aviones” cumple con el mandato. Los chicos (de hasta unos 10 años, más o menos) pasarán un muy buen rato.