Avenida Cloverfield 10

Crítica de Fernando Sandro - El Espectador Avezado

Cloverfield: Monstruo fue una película de 2008, dirigida por Matt Reeves (El Origen del Planeta de los Simios) y producida por el semidiós del Hollywood actual J.J. Abrams que retomó el por entonces descuidado estilo del found footage para narrar la historia personal de un grupo de amigos y parejas sobreviviendo a un monstruoso apocalipsis urbano del tono “Godzilla”. Quizás sea el “found footage” con mayor producción y uno de los más memorables y de mejor resultado.
Bueno, olvídense de todo eso (o casi). Filmada casi en secreto, Avenida Cloverfield 10 es de esas ¿Secuelas? ¿Spin Off? que toman, en este caso inteligentemente, un camino totalmente diferente. Si alguno tiene la posibilidad de recordar un olvidado telefilm de 1992, editado aquí en VHS, Temblor (Quake), sería bueno que lo haga, no solo porque es sumamente recomendable, sino que con esta sí, las similitudes abundan.
Michelle (la scream queen no convencional Mary Elizabeth Winstead otra vez en tono acertado) abandona a su prometido y emprende un viaje de huida por la carretera. Desde afuera se informa del desastre en algunas ciudades. Un ¿accidente? y Michelle despierta en el sótano de Howard (un John Goodman formidable), perdida, y con la pierna lesionada.
Howard le informa que la rescató, que en el afuera existe un peligro nuclear, y que solo allí, un bunker guarecido, estan a salvo. También se encuentra Emmett (John Gallagher Jr.), otro refugiado de Howard con una lesión en el brazo.
Tan solo tres personajes y una casa. ¿Cuánto hay de cierto en lo que dice Howard? ¿Qué hay de verdad sobre su pasado? La convivencia intenta ser relajada pero persiste el nervio de la tensión. Eso es lo que mejor saben manejar tanto el novel director Dan Trachtenberg como el trío de guionistas Josh Campbell, Mathew Stuecken y Damien Chazelle; la tensión.
Si bien ambas películas se centran más en los personajes que en el ambiente que los rodea, Cloverfield: Monstruo presentaba un clima mucho más abierto, de paranoia colectiva. Avenida Cloverfield 10, pese a no ser found footage (¡gracias! ¡gracias!), es un film vistosamente más pequeño, cerrado, atmosférico, y de largas secuencias.
No necesita de golpes de efectos constantes, las mismas escenas que parecen de calma, encierran un dejo de incomodidad, de algo que está a punto de estallar.
El Howard de John Goodman, más allá de su temible encarnación, funciona como el motor, como la unión, aun siendo el punto de vista, y el protagónico indiscutido el de Michelle. Él es quien maneja los tiempos del relato, cada vez que aparece en escena sabemos que tenemos que prestar atención a su accionar.
Es esa incertidumbre entre confiar o desconfiar, ceder o no ceder, la que le transmiten los personajes al espectador. En definitiva, saber cuánto de la primera entrega hay en esta segunda.
La propuesta, que vuelve a tener a Abrams como productor, no deja de ser un producto de riesgo. ¿Será este uno de los tantos guiones cajoneados en Hollywood al que le “adosaron” algo para que cumpla el rol de secuela como gancho publicitario? No lo sabemos. Quines vayan buscando ver más de lo que ya nos mostraron, es posible que salgan muy decepcionados en este aspecto. De todos modos, es una suerte que no nos entreguen un film que se duerme en los laureles, que repite la fórmula anterior aletargándola.
Sobre el final, habrá un giro, quizás necesario, que nos ubique en donde estábamos. Cambian el juego, y es probable que más de uno haya esperado otra cosa. No obstante, no deja de ser un detalle, y en definitiva, es el juego al que entramos a someternos.
Hay clima, no hay necesidad de apuro, una correcta construcción de personajes, y suspenso del bueno. Avenida Cloverfield 10 no es una joyita, es una película para dejar contenta a la platea; y lo mejor de todo, que abre el panorama hacia nuevas posibilidades dentro de una misma historia.