Avatar

Crítica de Santiago Armas - ¡Esto es un bingo!

Ojos que no ven

Un abrir y un cerrar de ojos. Con esa imagen comienza y finaliza el nuevo opus de James Cameron, Avatar. Tanto se habló de este film antes de su estreno, que la tecnología iba a revolucionar el séptimo arte, que los efectos 3D iban a causar en el espectador una sensación jamás vivida delante de una pantalla de cine, y muchas cosas más. Es que esto es lo que genera el director de Terminator, Aliens y Titanic antes de cada nueva película suya. No contento con haber realizado la película más cara y taquillera (aún hasta hoy) de la historia, Cameron se tomó mas de 10 años para concebir su nuevo film, esperando, según sus propias palabras, que la tecnología esté al alcance de su visión original para su realización. Era tanta esa anticipación, que una vez mostradas las primeras imágenes y avances era inevitable la sensación de desilusión que iba a producir en ciertos sectores del público, incluido quien les escribe. ¿Qué eran esos alienígenas azules mezcla de Thundercats y Pitufos? Los avances parecían mostrar más un videojuego costoso antes que la nueva película del creador de uno de los mejores tanques hollywoodenses de la historia. ¿Lograría Avatar superar las expectativas creadas por el mismo director todos estos años, o estábamos ante otro blockbuster vacío y lleno de efectos especiales como nos tiene acostumbrados Hollywood hoy en día?

Hablaba al principio de ese abrir y cerrar de ojos, y es que en esos dos planos está perfectamente resumida la intención del director con este film. Avatar es para ver con los ojos bien abiertos, para asombrarse con el grado de detalle e imaginación con el que Cameron concibió ese planeta extraterrestre llamado Pandora, para regodearse con el imaginativo uso de los efectos 3D para que nos sintamos adentro de ese universo, y para sentirse extasiado con las excelentes secuencias de acción que ocurren a lo largo del film. Y nada más, porque si bien Avatar es una delicia para los ojos, y es definitivamente un paso adelante en cuanto a utilización de efectos creados por computadora y captura de movimiento se refiere, los aspectos que tienen que ver con la trama y sus protagonistas dejan que desear bastante en algunos aspectos. No es que estamos ante un relato mal contado, Cameron ha demostrado con el tiempo ser un eximio narrador cinematográfico (vean sino la que para mí es su mejor película, El Secreto del Abismo). El problema reside en que esta historia, la del hombre que se cruza con una cultura en principio enemiga a la suya para después aprender sus costumbres y terminar aliándose con ellos, ya se ha contado mil veces, siendo Danza con lobos, Pocahontas, El último samurai y El nuevo mundo sus ejemplos más recientes.

Cameron nunca fue un cínico, eso es sabido mirando su filmografía entera, y ese aspecto a veces le juega a favor y otras en contra en algunos pasajes del film. Cuando muestra los ritos y costumbres de los Navi’s, esa tribu alienígena concebida por el director y con muchas similitudes con los antiguos mayas e indígenas, uno ve que Cameron realmente cree en lo que está contando. Cuando muestra al detalle la exótica flora y fauna de Pandora, o los maravillosos planos de los Navi’s surcando los cielos arriba de unos bichos alados llamados Banshees, ahí se puede ver al realizador impactando y cautivando al espectador. Es en cuestiones formales como los diálogos fáciles (“vamos a combatir el terror con el terror” dice el líder militar a cargo de desalojar a los Navi’s de Pandora), la cantidad innumerable de clichés (como el papel del burócrata inescrupuloso que hace Giovanni Ribisi, similar al que Paul Reiser había interpretado en Aliens) o la poca dimensión de los personajes (solo Sigourney Weaver y Zoe Saldana parecen algo parecido a un personaje con profundidad en el relato) lo que por momentos amenazan con tirar al film más abajo que al Titanic luego de chocar con un iceberg. Poco ayuda la presencia bastante poco carismática de Sam Worthington en el papel principal, y mucho menos los monólogos internos que le toca decir en algunos pasajes del film.

Pero cuando el Cameron guionista falla, aparece el Cameron director, ése que a lo largo de los años supo cómo montar un gran espectáculo ante su audiencia. Los momentos en donde los efectos especiales se lucen, como los detalles de las criaturas que habitan Pandora, o la increíble expresividad de los rostros de los Navi creados a través de la técnica de motion capture, es donde el realizador se siente más a sus anchas, culminando con una épica batalla final en donde los humanos y los alienígenas se enfrentan por el dominio de Pandora. Es en esos instantes donde Cameron pone en vergüenza a los Michael Bay, Stephen Sommers y Robert Zemeckis del universo cinematográfico. Si tan sólo le hubiera puesto la mitad de la dedicación que le puso a los efectos visuales en armar un guión más interesante, estaríamos hablando de un gran paso adelante para la ciencia ficción. Así como está, estamos ante un buen film que nos entretiene y hasta nos impacta en algunos pasajes, pero cuyo efecto duradero en nuestra memoria será tan largo como el de un abrir y cerrar de ojos.