Avatar

Crítica de Andrés Martín - El rincón del cinéfilo

Revoluciona la experiencia cinematográfica

Luego del impresionante éxito de ‘Titanic” (1997), James Cameron (James Francis Cameron, canadiense de 55 años) regresa a la dirección con “Avatar”, un ambicioso proyecto destinado a romper la taquilla.

Cameron se vio obligado a esperar más de 10 años para concretar este proyecto, porque las herramientas tecnológicas disponibles en ese entonces no eran suficientes para desarrollar el mundo que él imaginaba y quería modelar en la pantalla grande.

El responsable de “Aliens, el regreso”(1986), “El abismo”(1989), “Terminator”(1984), “Mentiras verdaderas” (1994) y “Titanic”, ideó un film bajo una premisa apoyada en el desarrollo de la tecnología aplicada al mundo del séptimo arte.

La magia del cine en 3D

Sin dudas, Cameron buscó y logró a través de “Avatar” cambiar el modo de disfrutar el espectáculo dentro de una sala cinematográfica. Uno de los principales logros de esta producción es su empalagoso despliegue visual.

La realización de Cameron destruye categóricamente la idea de que se puede ver cualquier película de cualquier manera o formato. Este film cachetea a la piratería. “Avatar” sólo puede verse en el cine para disfrutarla como se debe.

Para éste cineasta la tecnología es fundamental, tanto para la concepción como para la visualización de la obra, obligando al espectador a ir al cine sí realmente quiere deleitarse por completo.

100% cine.

Al film de Cameron se lo ha acusado de ser un relato lleno de cursilerías, de ser poseedor de una mirada inocentona, de estar repleto de tópicos de distintos géneros cinematográficos, de estar sobrecargado de obviedades y torpezas.

Sin embargo, más allá de estas arbitrariedades “Avatar” es, por supuesto, una película de ciencia ficción llena de aventura, vértigo, adrenalina y puro entretenimiento, logrando que los 162 minutos de duración sean fáciles de digerir sin tener la necesidad de un intervalo.

Sin dudas, éste realizador bebe el modo de hacer películas de directores que aseguran el disfrute del arte cinematográfico como George Lucas, Steven Spielberg y Peter Jackson.

Cine político

Cameron también comparte el concepto de revolucionar la cinematografía desde la innovación de la tecnología puesta al servicio de la emoción de los espectadores. Por eso, “Avatar” es una película política. Busca romper ciertas tendencias que alejan al público de las salas cinematográficas.

Tengamos en cuenta que históricamente, el séptimo arte tuvo que enfrentar retos con la aparición otros tipos de dispositivos que competían para captar al público, tal fue el caso, por ejemplo, el nacimiento de la televisión en blanco y negro, luego a color. Por eso, el cine debe reinventarse constantemente.

Hoy, Internet, el precio de las localidades y el negocio de la piratería amenazan la experiencia del espectador en una sala de cine.

Por esto mismo, “Avatar” es un maravilloso espectáculo visual que, como dijimos anteriormente, se disfruta en una sala de cine 3D y que “obliga” al espectador a asistir a para verla a allí a través de un notable despliegue de imágenes que revolucionan la manera de ver el cine.

La historia

Año 2154. Jake Sully (Sam Worthington) es un marine que ha quedado paraplégico, pero es enviado a Pandora en reemplazo de su hermano gemelo, asesinado, ya que así podrán aprovechar su Avatar creado con la mezcla del ADN humano y del de algún integrante de la tribu local de los Na'vi. Luego de 6 años en criogenia, Jake despierta en destino y se encuentra en medio de una disputa entre empresarios y militares mercenarios que están allí para explotar a sangre y fuego un preciado mineral, en tanto los científicos intentan descifrar los conocimientos de esa raza que convive en armonía con la flora y la fauna de una impresionante selva tropical en la que todo es enorme y exótico: animales, plantas luminosas, árboles, cascadas y hasta montañas flotantes.

“Avatar” es un maravilloso espectáculo visual y un relato lleno de cursilerías, una película donde conviven la mirada más inocentona con las búsquedas expresivas más audaces, las metáforas pedestres con el más alto vuelo estilístico. Así de contradictorio resulta este esperado y arriesgado regreso de Cameron a la cartelera.