Avatar

Crítica de Amadeo Lukas - Revista Veintitrés

En la historia del cine de ciencia-ficción o de anticipación hay un puñado de películas emblemáticas que parten de Metrópolis, pasan por La guerra de los mundos, La máquina del tiempo y El día que paralizaron la tierra, y llegan a títulos más contemporáneos como 2001 Odisea en el espacio, Encuentros cercanos del tercer tipo, Star Wars, Blade Runner y Matrix. Privilegiado inventario de films futuristas que va a incluír sin dudas a Avatar por sus avances técnicos y narrativos y su historia dotada de poderosos apuntes filosóficos y espirituales.
La nueva obra de James Cameron transporta al espectador a otro universo, a otra realidad, como pocas veces antes el arte cinematográfico pudo plasmar, en la extraordinaria recreación de una lejana luna llamada -no casualmente- Pandora donde vive una tribu de criaturas azules de gran estatura rodeada de una deslumbrante fauna y flora. Allí descansa una de las potencialidades expresivas del film del autocalificado “rey del mundo” (o del cine), que como autor y director dejará sentada una postura ecologista y antimilitarista sencilla, pero impregnada de un altísimo voltaje emocional y audiovisual. Aún dentro de su trama singular y atrapante Avatar traerá a la memoria otros films, algo casi inevitable en el género; inclusive a algunos que se remontan al pasado como El último samurai de Edward Zwick. Pero nada disminuirá un impacto que recuerda el asombro que en su momento provocó el estreno de la primera Jurassic Park de Steven Spielberg o la que logró el propio Cameron, con con su poco reconocida El abismo.
Sam Worthington, quien tuvo hace poco un flojo protagónico en Terminator 3, logra transmitir muy bien complejas sensaciones, alcanzando una empatía con el espectador que resulta fundamental en el andamiaje de esta monumental producción, dentro de un elenco convincente –algo inédito desde la implementación de las técnicas digitales en el cine- tanto en intérpretes virtuales o de carne y hueso. Inolvidable para los fanáticos del género e imperdible para cualquier tipo de espectador, Avatar propone una experiencia que no sólo hay que visualizar, sino vivenciar.