Ausencia

Crítica de Carlos Schilling - La Voz del Interior

El monstruo de la melancolía

“Ausencia” utiliza dosis mínimas del género de terror y prácticamente renuncia a los efectos especiales. El resultado es un intenso filme sobre el duelo. Nuestro comentario.

Si los monstruos fueran reales, el mundo sería más triste. Esa parece ser la premisa de la que parte o la conclusión a la que llega Ausencia, una película que sólo puede ser calificada de "terror" porque no existe una etiqueta más apropiada para catalogarla.
Se trata de una producción de bajísimo presupuesto, con una calidad de imagen apenas superior a la de un video casero, pero que gracias a esa luz medio borrosa y a una música que genera las atmósferas adecuadas, se vuelve una sostenida meditación (¿voluntaria? ¿involuntaria? ¿importa la diferencia?) sobre el hueco que deja en la trama de la vida una persona que desaparece.
Eso es lo que le ha pasado a Tricia. Hace siete años que su marido desapareció, y está a punto de cumplirse el plazo para declararlo oficialmente muerto, cuando su hermana menor Callie, una adicta en recuperación, viene a visitarla después de mucho tiempo y se instala en la casa.
Cada una a su manera, las hermanas intentan rehacer sus vidas, aunque no les resulta nada fácil. Tricia está embarazada, tiene una sólida relación sentimental con el padre del bebé, hace yoga, pero sigue viendo a su marido como un fantasma. Callie se ha vuelto cristiana y corre todos los días, pero todavía no ha superado su adicción.
Un acierto narrativo es que la protagonista no sea Tricia sino Callie. Si bien quería al marido de su hermana, no está afectada del mismo modo por la pérdida, y eso evita que la película caiga en un psicologismo de manual. Es ella la que empieza a notar que hay algo extraño y que eso extraño es una entidad relacionada con el túnel que pasa bajo la autopista.
Ausencia utiliza los recursos del género de terror en dosis mínimas, prácticamente sin efectos especiales y como si quisiera provocar más angustia que suspenso. En vez de mostrar el monstruo (apenas si se ve algo oscuro que se mueve) exhibe a sus víctimas, y es muy sugestivo que una de ellas le diga a Callie: "¿puedes verme?". Entre ver y no ver y creer y no creer, se sostiene esta melancólica producción independiente de Mike Flanagan (director y guionista), quien tal vez sin proponérselo hizo una de las mejores películas sobre el duelo que se han visto en los últimos tiempos.