Aurora

Crítica de Melody San Luis - Fancinema

Tomar la “realidad” como arena que escapa entre las manos

A veces, cuando la ciencia se vuelve confusa y no tan precisa, tiene un atractivo interesante. Kristina Buozyte supo aprovechar este espacio que se desarrolla entre lo mesurable y lo inmensurable. Y en esta línea, Aurora se escapa de los rótulos comerciales enfocándose en diferentes aspectos como el romance, la ciencia ficción, el terror y el suspenso.

Al conectar, mediante transferencia neuronal, a un hombre con una mujer que se encuentra en estado de coma se intenta esclarecer qué sensaciones vive ella en ese estado. Pero así como indica el Principio de Incertidumbre, explicado con nuestro humilde conocimiento, el observador influye en el medio y modifica ese espacio al observarlo. Es entonces que se construye entre los protagonistas un lugar de encuentro nunca antes explorado, que se desarrolla en el pensamiento de ambos.

Podríamos decir de forma metafórica que Aurora se construye de los extremos pero que vive en ese “entre” que proporciona un espacio indefinido. En algunos momentos la película es cálida y en otros cruda y violenta. Empieza mostrándonos un ida y vuelta entre realidad y sueño, pero luego uno y otro ya no pueden disociarse del todo, porque los recuerdos quedan y tienen tanto valor unos como otros.

Los espacios en los que se mueve el protagonista empiezan a distorsionarse luego de comenzar con el experimento. Siendo que al principio los lugares se encontraban bien definidos, mostrando en uno la rutina y la vida cotidiana que llevamos todos, y en otro un mundo idílico, lejano a todo tipo de problemas y preocupaciones, a medida que Lucas, el protagonista, entra y sale todo va cambiando de aspecto. Las escenas que representan la “realidad” comienzan a parecer borrosas e imprecisas. Y en cambio, ese mundo que empezó siendo onírico se vuelve más real y palpable, lejos de ese espacio idílico que se presento en algún momento, pero no por eso menos interesante para Lucas. Estos aspectos que la directora modifica para crear esta confusión de zonas están acompañados por una música instrumental que le da profundidad a la propuesta. Asimismo, el uso de la música tiene un aspecto importantísimo porque muchas escenas largas se construyen sin diálogos y esta le da impronta y sentido a las imágenes.

En las dos horas de metraje, la variación de momentos y estados son muchos, y hacen del film un lugar más complejo, atravesando sentimientos. Por esta razón podemos decir que Aurora escapa de los rótulos, porque no hay una línea de género que atraviese toda su historia. Es cambiante pero, a su vez, la profundidad con la que se trabaja hace que un momento que nos causa terror nos haga olvidar por completo que veinte minutos antes rodábamos por la arena como niños enamorados junto a los protagonistas.