Atrevidas

Crítica de Emiliano Basile - EscribiendoCine

Hasta que el cuerpo aguante

Atrevidas (2017) aborda un género no muy transitado por el cine argentino: la comedia negra. Esto tiene una ventaja y una desventaja per se. La ventaja es que no encuentra comparación con otro film exitoso que pueda hacerle sombra. La desventaja es que requiere un manejo absoluto de los tiempos y de la realización, la parte más floja de la película.

En clave de comedia dramática empieza la historia con Ana (Sofia Bertolotto), una terapeuta en crisis porque se enamoró del marido de su mejor amiga. Todo indica que estamos ante una comedia de enredos con toques dramáticos hasta que, la película hace un giro hacia el humor negro, con el asesinato casual de un vecino (Chucho Fernández) y con su amiga Dolo (Coral Cabaglio) y la ayuda de una de sus pacientes (Azul Fernández), para esconder el cuerpo antes de que llegue la policía.

De este modo, el guion vira hacia una trama similar a la de Hasta que el cuerpo aguante (Rough Night, 2017), película con Scarlett Johansson en la que un grupo de amigas luego de una despedida de soltera mataban por accidente al stripper. En esa línea Atrevidas mejora su performance, porque olvida el verosímil y va directo a transgredir las normas. La película gana en audacia y mejora en ritmo y demencia.

Lo mejor del film es el guion de Matías Tapia, Carlos Piwowarski y Malena Fainsod, con sus vueltas inesperadas y su osadía para sortear inverosímiles y llevar la situación a bordear los límites. Lo peor es su realización. Se notan problemas de bajo presupuesto, algunas resoluciones de puesta de cámara poco ingeniosas y hasta algún que otro problema para resolver momentos como los efectos de la marihuana, propios de una campaña de prevención.

Dicho esto, Atrevidas sale airosa. Porque intenta una comedia descabellada, se anima a poner los pies en el barro -ahí donde nadie lo hace- con recursos mínimos y la entrega de sus actores que colocan todo de sí, enalteciendo el estereotipo que les toca representar sin ridiculizarlo. Es en esa mirada cínica sobre los conflictos barriales y la intolerante reacción de los vecinos, donde los directores Matías Tapia y Carlos Piwowarski deslizan una sutil y divertida crítica social.