Atrapada

Crítica de Laura Osti - El Litoral

Una de píldoras y electroshocks para aventar fantasmas

Después de nueve años de silencio, volvió John Carpenter con una película en la que retoma sus temas favoritos, como son el terror, el suspenso, el misterio, clase B o C: “Atrapada”. Se trata de un thriller psicológico, ambientando a mediados de la década de los ‘60, en Estados Unidos. La protagonista es una joven, Kristen, que presa de algún trastorno mental, incendia una casa rural y es detenida por la policía. La muchacha es internada en un hospital neuropsiquiátrico, porque será muy linda, pero es obvio que su actitud ante la vida y el resto de la humanidad no es de las más tranquilizadoras. La chica, además de incendiaria, es bastante explosiva y revoltosa.

Claro que el hospital donde es recluida no colabora mucho para volverla a sus cabales. Allí deberá compartir espacios con otras chicas más o menos de su edad, con trastornos diversos, con quienes tiene reiterados encontronazos. Pero los que acosan verdaderamente a la pobre criatura son una enfermera con cara de vieja vinagre y modales al tono, y un enfermero con pinta de patovica con mucho músculo y poco cerebro. Ambos responden a las órdenes del médico psiquiatra que está a cargo del tratamiento, el Dr. Stringer, un individuo algo flemático que parece tener todo bajo control, aunque tendrá que enfrentar uno que otro intento de sublevación de las internas e, incluso, un atisbo de insurrección de sus subordinados.

Sucede que Kristen está convencida de que no está loca y que algo malo sucede allí, algo que no le quieren decir, y que pone en peligro a las pupilas. Ella cree que es el fantasma de una jovencita que estuvo internada en el hospital y que ha desaparecido de manera misteriosa, y que ha vuelto para matarlas a todas, una por una. Y sospecha que el doctor y los enfermeros son cómplices del fantasma asesino.

La chica no quiere tomar su medicación y a veces arma tanto revuelo que le tienen que aplicar uno que otro electroshock para dejarla groggi y que no moleste por un rato. Claro que enseguida volverá a la carga hasta dar vuelta todo, con el sólo objetivo de escapar del encierro y liberarse de sus amenazas.

Clichés

Esta nueva película de Carpenter está hecha a la manera de los clásicos del suspenso, con casi todos los clichés. Las secuencias transcurren en el hospital, cuya arquitectura casi carcelaria aporta el escenario de opresión, con puertas sucesivas que se cierran con llaves y trabas, pasadizos oscuros y húmedos, escaleras que llevan para arriba y para abajo, pero que no conducen a ninguna salida, y siempre algún enfermero o alguna enfermera que cual despiadado guardiacárcel, abortará oportunamente, y no de buenos modos, cualquier intento de huida. Y para colmo, el fantasma de Alice (la chica desaparecida) acechando en cada rincón con su aspecto cadavérico repulsivo y su manía asesina.

Kristen las tiene todas en contra y nadie la entiende... sin embargo, un buen día, todo mejora como por arte de magia. El médico parece persuadido de que está recuperada, esboza una explicación de las causas de su mal y el porqué de su conducta tan extraviada. La chica queda conforme y los padres vienen a llevársela... pero, puede que no sea tan así. El final es abierto y todas las dudas vuelven a precipitarse, como para que el espectador nunca sea rescatado de la confusión, igual que la atormentada protagonista.

“Atrapada” es un producto mediocre del género, al guión le falta ritmo, la intriga decae demasiado a menudo y los momentos de tensión no llegan al clímax que se le exige al rubro. ¿O será que a estas alturas ya necesitamos dosis más fuertes?