Atrapada

Crítica de Alberto Harari - MI CINE - por halbert

FESTIVAL DE LUGARES COMUNES

Este thriller psicológico retitulado "Atrapada", sobre una joven encerrada en una misteriosa institución mental en la década del sesenta, hace agua por todos lados y resulta una historia repetida una vez más.
Kristen (Amber Heard, de "Infierno al volante"), una joven mujer con problemas, se despierta drogada en la sala de un psiquiátrico en el que se encuentra retenida. Desorientada, sin saber cómo llegó y sin poder recordar nada de su vida anterior, tiene la certeza de que en ese ambiente no está a salvo. Las otras pacientes del área tampoco tienen respuestas y ella pronto descubre que las cosas no son lo que parecen. Cuando una por una, las muchachas empiezan a desaparecer, la joven debe encontrar una manera de salir de ese lugar infernal antes de convertirse en la próxima víctima.
En este momento de su extensa y mítica carrera, John Carpenter debería proponer algo más audaz, diferente. Sin salir del terror, que siempre ha visitado, es hora de encontrarle una vuelta de tuerca más a los filmes de este género. Sus obras principales son Halloween (1978), La niebla (1980), Escape de Nueva York (1981), La Cosa (1982), Christine (1983), Starman (1984) y una enorme lista, y cualquiera de ellas es superior a este engendro.
Si bien otros directores noveles se han animado a experimentar con narraciones originales, Carpenter, un maestro en la materia, debería optimizar sus nuevas propuestas con algo distinto.
“The Ward” (El pabellón, su título original) tiene todos los elementos clásicos de la arquetípica película de Carpenter; está lleno de lugares comunes, visitados y re-visitados por él y por decenas de otras producciones de estas características: muertes truculentas; falsos golpes bajos musicales para asustar; la melodía de caja de música, que se desdibuja para representar un instante de locura; los inconfundibles enfermeros malévolos que se sonríen al encerrar a las pacientes en sus calabozos; la repetida escena de hacerle creer a la enfermera que se ha tomado la medicación (en el vasito de papel, por supuesto) y luego burlarla cuando vemos que no la ha tomado y la guarda en la almohada… y más, y más… Tal vez, queriendo captar nuevas generaciones (esto de que “el público se renueva”), el director ofrece un plato ya servido infinidad de veces que, a esta altura, sabe a viejo.
Una curiosidad: en un papel secundario aparece Mamie Gummer, la hija de la grandiosa Meryl Streep que, si bien demuestra cierto talento, no es el mejor filme para juzgar su oficio.