Atómica

Crítica de Ximena Brennan - A Sala Llena

Dura de matar

Hace tiempo ya que los personajes femeninos vienen dominando las grandes pantallas, convirtiéndose en un subgénero en sí mismo. No nos olvidemos de Ellen Ripley (Sigourney Weaver) en la saga Alien (1979-1997) o de Alice (Milla Jovovich) en Resident Evil (2002-2016). Mujeres de armas tomar que parecería que se rebelan contra el mundo todo. Charlize Theron fue una de ellas. En Mad Max: Furia en el Camino (Mad Max: Fury Road, 2015) o afeada al extremo en Monster (2003). En todas se lució y nos recordó que no es sólo una cara bonita.

En Atómica (Atomic Blonde, 2017), Theron es una toda una amazona: independiente, hábil, fuerte y sobre todo, una agente secreta experta en artes marciales. La película presenta el relato de Lorraine Broughton (Theron) luego de ser brutalmente golpeada en una pelea cuerpo a cuerpo. A partir de ese momento la historia nos ofrece una mezcla explosiva de talento, vestuario sugerente y la mejor música de los ’80 acompañando deliciosamente cada micro historia (Queen, New Order y Depeche Mode, entre otros). Es el año 1989 y el muro de Berlín está a punto de caer. Lorraine entrará en juego luego del asesinato de un agente para recuperar una lista secreta de nombres importantes.

Con toques eróticos y siempre con la sensualidad a flor de piel, Atómica, de David Leitch -director de coreografías en John Wick (2014), doble de riesgo en películas varias y actualmente filmando Deadpool 2 (2018)-, no se anda con vueltas en un cine que no perdona. El cine de acción siempre pide a gritos que, sin necesidad de un guión brillante, al menos la parte estética, las peleas y los movimientos sean creíbles y sobre todo entretenidos.

Por su parte, acompañan a la perfección dos actores cada vez más sólidos: James McAvoy -especialmente después de Fragmentado (Split, 2016)- y Sofia Boutella, luego de La Momia (The Mummy, 2017).