Aterrados

Crítica de Ricardo Ottone - Subjetiva

Aterrados, de Demián Rugna
Por Ricardo Ottone

Demián Rugna no es un nombre nuevo para el cine de género local. Su primer largometraje The Last Gateway (2017), hablado íntegramente en inglés y con ambientación norteamericana pensado para un mercado internacional, es un film de terror sobrenatural de lo que a veces se suele llamar horror cósmico, mientras que su segundo largo en solitario No sabés con quién estás hablando (2016) es una comedia negra policial ambientada en el conurbano bonaerense. En el medio co-dirigió junto a Fabián Forte (La corporación, el muerto cuenta su historia, entre otras) el film en episodios Malditos sean! (2011), con tres historias de terror unidas por un personaje a la manera de Creepshow (1982), Dos ojos diabólicos (1990) o incluso las viejas películas de la productora inglesa Amicus. Esta filmografía breve pero consistente lo tiene como uno de los referentes en el campo cada vez más prolífico del terror nacional.

Su último film, Aterrados, se encuadra nuevamente dentro de este género y se podría pensar como una mixtura entre elementos de los dos anteriores. Por un lado la ambientación en algún barrio de clase media del conurbano con personajes claramente reconocibles en esa extracción y por otro lado los temas y la atmósfera de su opera prima. En aquella se abría una puerta al infierno por donde pretendían pasar a nuestro plano de existencia unas criaturas demoníacas con formas de pesadilla y pésimas intenciones. Ahora, en Aterrados, nuevamente está en juego este intercambio entre dos dimensiones o más bien el pasaje paulatino a este lado de entidades que pretenden tomar este mundo por asalto de la forma más dolorosa posible. Los protagonistas son un grupo de vecinos que sufren las consecuencias de estar instalados en el lugar equivocado, un comisario a punto de pasar a retiro y un trío de investigadores de lo paranormal que ven en la emergencia de estos fenómenos la posibilidad de confirmar sus teorías oscuras lanzándose al trabajo con tanto entusiasmo como imprudencia.

Como la invasión de lo sobrenatural ocurre en las casas contiguas de un barrio suburbano y en principio asistimos a las experiencias terroríficas de sus ocupantes, es inevitable que los primeros referentes que acudan sean los del género casa embrujada, también por la presencia de los Investigadores de fenómenos paranormales que vienen a instalarse con sus equipos. Películas como al reciente El conjuro (2013) o clásicos del género como Poltergeist (1982). Aterrados toma elementos de este tipo de películas y también algo del horror oriental de principios de este milenio, por ejemplo en la escena de los golpes en la pared que tiene algo de Ju-on (2002). Pero seguramente el referente principal está en el universo de Clive Barker y su saga de Hellraiser. Se trata de un terror sobrenatural pero también corpóreo, carnal, algo que ya se podía rastrear en The Last Gateway donde la puerta del infierno se ubicaba en el mismo estómago del protagonista. Una influencia que también se percibe en la presencia de ese universo paralelo superpuesto y hostil en el que sus habitantes, cuando pasan a este lado, vienen con ganas de poseer los cuerpos y mortificar la carne.

Rugna construye con acierto una base realista para lograr que lo fantástico tenga una base donde asentarse y lograr un verosímil. Sus escenarios, sus personajes y sus diálogos son creíbles y fluyen naturalmente, algo que no siempre se logra en el género y en particular en sus variantes locales. Su miedo se basa en la creación paciente de atmósferas que preparan el terreno para una irrupción eficaz del horror, en el manejo sutil de recursos, en velar, mostrar a medias, en el uso de la luz, la penumbra y en particular un aprovechamiento del sonido de un modo más rico que el frecuente golpe de efecto chirriante. Y también en la dosificación sutil de los FX, en algunos casos acudiendo a lo digital pero a la vez al efecto físico, lo cual contribuye a esa sensación de presencia tangible y orgánica. Rugna se toma el género muy en serio, con conocimiento de sus códigos y recursos y la voluntad firme de provocar miedo. Con Aterrados valida su lugar de referente y consigue uno de los más interesantes films de terror hechos en Argentina en los últimos años.

ATERRADOS
Aterrados: Argentina. 2017.
Dirección: Demián Rugna. Intérpretes: Maxi Ghione, Norberto Amadeo Gonzalo, Elvira Onetto, George Lewis, Agustín Rittano. Guión: Demián Rugna. Fotografía: Mariano Suárez. Edición: Lionel Cornistein. Sonido: Pablo Isola. Dirección de Arte: Laura Aguerrebehere.
Producción: Raimundo Bassano, Fernando, Díaz, Andrea Kluger. Distribuye: Aura Films: Duración: 87 minutos