Asuntos de familia

Crítica de Beatriz Iacoviello - El rincón del cinéfilo

Maha Haj, sugestiva directora israelí-palestina, muestra en su opera prima una visión poco frecuente de la clase media palestina, con sus problemas, amores y fracasos. “Asuntos de familia” (“Personal Affaire, en árabe “Omor Saskia”) es un melodrama con algunas notas cómicas, absurdo, y humor negro, donde en algunos momentos sus personajes se sumergen en la incomprensión y el egoísmo.

Maha Haj, hasta su incursión en la realización, había sido directora artística en películas de los directores palestinos-israelies: Elia Suleiman, (“The Times That Remains: Chronicle of a Present Absentee” – “El tiempo que queda: crónica de un ausente presente”, 2009) y Ziad Doueiri (“El atentado” – “The Attack”, 2012).

En “Asuntos de familia” logra abrir un camino hacia el exterior y hacer comprender una realidad interna que, a pesar de apariencia leve, contiene un profundo drama social y familiar en el que están involucradas tres generaciones. A pesar que no profundiza en temas trascendentes como lo político o lo religioso, la guerra o las rivalidades entre israelíes y palestinos, no deja de dar una cierta pincelada de color sobre los mismos, lo que le permite referenciar hechos concretos sin caer en la obviedad.

Trata sobre la ruptura de la rutina y la renovación de una realidad que agobia por ser tan conflictiva. Pero también es la historia de una misma familia, repartida a ambos lados de la frontera con Israel y Suecia, a la que la realizadora divide en capítulos que remiten al universo personal de cada miembro.

En esas secuencias el espectador podrá conocer primero a los padres (los personajes Saleh y Nabeela, (Sanaa y Mahmoud Shawahdeh, actores no profesionales) que interpretan a una pareja de mediana edad en Nazaret, silenciosamente infeliz, y cuyos actores transmiten la resignación y el descontento que ha consumido su matrimonio. Con sus caras inexpresivas y fuertemente controladas, tienen el mismo tipo de fantasía inexpresiva que uno encuentra en una película de Roy Andersson: “Giliap” (1975), “Canciones desde el segundo piso” (2000), Du, levande (“La comedia de la vida”, 2007, y “Una historia de amor sueca”, 1970).

Tareq (Doraid Liddawi), uno de los hijos, que vive en Cisjordania, intenta seguir con su vida de soltero y no desea ningún tipo de compromiso; Maisa (Maisa Abd Elhadi), en vano, busca una y otra vez atraer el interés de este último, Hisham (Ziad Bakri) el otro hijo, lleva una vida solitaria y fría en Suecia, y busca por todo los medios llevar a sus padres a Estocolmo.

Samar (Hanan Hillo), la única mujer del grupo de hermanos, a punto de dar a luz, es la que percibe la realidad de modo diferente y la que sostiene a su abuela (Jihan Dermelkonian), que padece cierta demencia senil y diabetes, cuya única obsesión era correr los muebles para ver las baldosas que había comprado su padre en Nabluz.

George (Amer Hlehel), el marido de Samar, con un golpe de suerte pasa de ser un simple mecánico de coches palestino a un actor de Hollywood, aunque él lo que anhela realmente es otra cosa mucho más sencilla; conocer el Mediterráneo y bañarse en él.

Mediante planos fijos, para permitir que sus personajes se luzcan de modo natural, y casi sin banda sonora, sólo utilizando algunos elementos de melodía latinas (“Quizás, quizás, quizás”, 1947, del cubano Osvaldo Farrés) combinados con otros ritmos autóctonos, dan el tono justo a su propuesta. Maha Haj también despliega su talento para el encuadre, y de esa forma cuenta de modo diferente una realidad escarnecida geopolíticamente.

En su relato muestra la grieta que provoca la incomunicación generacional e intergeneracional a las que trata con gran sutileza, y que remite a “Cuentos de Tokio” (Yasujiro Ozu, 1953).

Asuntos de familia en su primera mitad deja de lado el constante conflicto político de la zona, en favor de un simbolismo carcelario, remitido al modo de vida de los protagonistas. Pero que se hace visible cuando, casi en el final del filme, la prisión interna a la que están sometidos, es tan palpable como el cuarto de interrogatorios al que son llevados Tareq y Maisa, y cuyo escape virtual es bailar un tango.

Construida sobre una serie de diálogos, por momentos irónicos, otros satíricos, y situaciones absurdas y pintorescas, pero muy creíbles “Asuntos de familia” es una pieza sin mayor pretensión que la de mostrar una cotidianeidad que se concentra en lo domestico y evita lo político, pero que nos recuerda que detrás de las barreras y fronteras culturales, sociales, raciales, familiares, existen individuos que buscan la felicidad y desean vivir en paz.