Así habló el cambista

Crítica de Alejandro Lingenti - La Nación

Hay una notoria singularidad en el cine Federico Veiroj. Se puede percibir en el tipo de historias que elige contar, en la clase de personajes que construye y en los climas que crea, siempre un poco desconcertantes. Si el mundo es de por sí un lugar extraño, este cineasta uruguayo sabe cómo enrarecerlo aún más para ampliar sus condiciones de posibilidad.

En el caso de esta película, que ya fue estrenada en el Festival de Toronto y pronto será exhibida en el de San Sebastián, el punto de partida fue una novela casi desconocida que el también uruguayo Juan Enrique Gruber publicó en 1979. El relato se desarrolla en Montevideo entre los años 50 y los 70, tiene como protagonista a Humberto Brause, un hombre gris y desangelado que de a poco se va revelando también como un personaje frío, cruel, ambicioso y sin muchos escrúpulos.

El ocultamiento de dinero mal habido está en el centro de una trama argumental espesa que por momentos también coquetea con la parodia y que funciona con gran fluidez gracias al trabajo excepcional de Daniel Hendler, Dolores Fonzi (quien logra transformar a un personaje altamente improbable en uno inquietante y verosímil), Luis Machín y Germán de Silva (desopilante con su personalísimo portuñol). Sobre el final aparece brevemente el chileno Benjamín Vicuña, en el papel de un emisario del gobierno militar argentino que llevó adelante el golpe de Estado de 1976.