Asesino Ninja

Crítica de Rodolfo Weisskirch - A Sala Llena

¡Llamen a Exterminator y Destrosator!!!!! ¡Volvieron los ninjas!!!!!!!

¿Recuerdan esas películas de sábado o domingo por la tarde que daban (o dan) por los canales de aire? Aquellas de artes marciales pero dirigidas por estadounidenses de segunda mano, con mezcla de elencos asiáticos y occidentales, prácticamente sin argumento que se estrenaban directamente en video…

Bueno, los hermanos Andy y Lana (Sí, Lana es Larry, pónganse al día) Wachowsky siguen por el camino de los golpes produciendo seudopelículas donde intentan rememorar el espíritu setentoso y ochentoso de estas sagas que inspiraron a Carlos Galletini a traer a los ninjas a la Argentina para luchar contra Guillermo Francella.

Por supuesto, que las películas asiáticas de los ’70, a las que Tarantino merecidamente les levanta un púlpito, poco o nada tienen que ver con estas imitaciones occidentalizadas. Y Asesino Ninja, con más presupuesto, más efectos digitales, no logra diferenciarse del resto. ¿Por qué? Porque definitivamente no tienen respeto por una cultura milenaria, se la trata con despecho y de forma superficial, y con una mirada tan ignorante como la adaptación de Rob Marshall de Memorias de una Geisha.

Por lo menos, la belleza de las escenografías, coreografías y vestuarios hacían olvidar el detalle de ver a un grupo de actores orientales (para los estadounidenses, chinos, japoneses y coreanos son todo lo mismo mientras tengan ojos rasgados) hablando en inglés.

Asesino Ninja sigue los mismos pasos lamentablemente. Solo en pocos momentos se habla en japonés, y esto se debe a que el protagonista es coreano simulando ser japonés. Pero si Benicio del Toro y Gael García Bernal hicieron del Che…

La historia es mínima y la acción, abundante por suerte:

Una secta de ninjas secuestra chicos que son entrenados (y torturados) desde los 6 años para ser asesinos a sueldo del gobierno que pague con oro. Entre ellos se encuentra Raizo (Rain), cuyo corazón es ablandado por la única integrante femenina del grupo. Debido a diferentes circunstancias relatadas a través de muy torpes flashbacks, Raizo se escapa y convierte en un fugitivo del grupo en busca de venganza contra el clan de ninjas asesinos. Paralelamente, un grupo británico de inteligencia situado en Berlín busca al mismo clan para parar una ola de asesinatos y contrabando de armas. Raizo, junto con la agente Mika (Harris) intentarán detener al maestro Ninja (Kosugi), una versión humana del maestro Yoda (¿habrá sido doblado por Frank Oz?), pero del lado oscuro. De esta forma se podría hablar de una narración estilo Jason Bourne, con menos originalidad, sorpresa en su tratamiento, y por supuesto mucho menos neuronas en su concepción.

James Mc Teague, responsable de otra producción de los Wachowsky, la adaptación del cómic de Alan Moore, V de Venganza, una película mucho más interesante que la saga Matrix o este bochorno cinematográfico, sabe darle, a pesar de todo suficiente adrenalina, sangre (los ninjas tienen mucha más sangre que cualquier humano común pareciera) y acción (explosiones, peleas, explosiones, peleas) para no dormir y distraer de los enormes pozos narrativos y las patéticas actuaciones (no se salva ni Ben Miles, Patrick de la serie Coupling). Pero también es notoria la falta de imaginación a la hora de crear una estética o planos. Los Wachowsky, al menos, más allá de la sobrecarga de efectos especiales, hay que admitir que tienen “estilo”. Tanto Asesino Ninja como V de Venganza son visualmente parcas, hoscas, decepcionantes.

Un producto vacío de contenido, inverosímil de principio a fin, con menos homenajes al cine de arte marciales, al manga y al cómic de lo que podría haber tenido para, por lo menos atrapar al fanático del género. En este sentido, se podría agrupar junto con las mediocres adaptaciones de algún video juego. Porque como juego tiene mayor coherencia que como película.

De esta manera, solo es una mediocre obra de acción más, típica de la factoría Silver, con buenas coreografías de pelea que no alcanzan a satisfacer a ningún público mínimamente exigente.

Solo, quizás a aquel que siga viendo las películas de artes marciales de las 2 de la tarde por Canal 9.