Asesino Ninja

Crítica de Claudio D. Minghetti - La Nación

Ninjas inverosímiles y clase B

Andy y Larry Wachowski, los sobrevaluados autores de Matrix , merecedores de algún aplauso por los aciertos de V de venganza y la reprobación absoluta por su versión del animé Meteoro (películas que ellos respaldaron), vuelven a las andanzas detrás de esta producción que toma a ninjas como protagonistas de una historia violenta y más fantástica que verosímil.

En Asesino ninja, poco importa el argumento, que termina diluyéndose entre piruetas voladoras, espadas que cortan cuerpos a lo loco y chorros de sangre que salpicarían a la cámara si no fuesen puro efecto digital.

En esta propuesta del australiano James McTiegue (el mismo de V de venganza ), el protagonista, llamado Raizo (interpretado por el actor coreano Rain), es un asesino superdotado rescatado de las calles y de inmediato entrenado en esas lides por el clan Ozu, una sociedad secreta cuya existencia se considera un mito. Afectado por la ejecución de su mejor amigo por integrantes de la secta, decide desertar y desaparecer, para volver a la carga por revancha. Será en las calles de Berlín, donde los miembros del clan tienen un encargo, secundado por una bonita mujer que trabaja para una agencia de inteligencia.

En definitiva, Asesino ninja no es más que una película de clase B bastante floja, cuya batería de efectos sólo confirma su vacío cinematográfico. Si bien la secuencia inicial promete, el resto no alcanza a parecerse siquiera remotamente a los clásicos del cine dedicado a las artes marciales de la década del 60.