Arreo

Crítica de Paraná Sendrós - Ámbito Financiero

Bella y emotiva pintura del mundo rural

Emociona desde el comienzo, con esa majada enorme que aparece de golpe en medio del camino, y no termina nunca de pasar, y esa cabra que se detiene y se pone a mirar a la cámara, entre curiosa y desconfiada. Así empieza este documental y sigue, muy acertadamente, con la parición de los cabritos en la primavera. Que es algo hermoso pero lleva su trabajo, para la madre y para los crianceros. Y ése recién es el comienzo.

Se muestra acá la vida y la rutina de don Eliseo Parada, su esposa y su hijo mayor, del departamento Malargüe, ahí en la cordillera, con sus 500 cabras, cuatro perros arrieros, los caballos, la mula y los tres puestos: el de invernada en Bardas Blancas, uno intermedio, y el de veranada, casi a 3.000 metros de altura, donde está el pastito de engorde. Hasta que empiezan las primeras nieves y hay que ir bajando.

Cada tanto viene el hijo menor, José Abel, a dar una mano y renovar sus raíces. Es que de chico le tomó el gusto al estudio y ahora es profesor de Historia en la ciudad. Pero también tiene un programa de radio para la gente de campo. La familia sigue unida, más allá de las distancias y la distinta forma de vida. Y la tradición se mantiene, aunque quién sabe hasta cuándo. La Ley de Arraigo tiene sus bemoles, y el creciente tránsito de camiones afecta el de los animales.

Mientras se pueda, ellos van a seguir con la vida que aman. Dura, exigida, "primitiva" para algunos, pero hermosa, en plena cordillera, con el aire puro, el cielo inmenso, los balidos constantes de los bichos y las piedras quejándose bajo los cascos del caballo, o las ruedas de una camioneta, porque el progreso también tiene sus cosas buenas, que se van incorporando. Y don Eliseo va cantando, o haciendo versos, mientras trabaja. Coplas, décimas, rancheras que él mismo compone con alegría y orgullo de paisano. Suyos, y de otros dos mendocinos, son los temas que se escuchan.

Hermosa película. Quienes aman la vida rural van a estar emocionados casi todo el tiempo. Otros aprenderán a conocerla. Y todos terminarán admirados, porque esa familia es admirable. Lo mismo, el trabajo de Tato Moreno, malargüino que se fue a estudiar a California, trabaja en una cadena televisiva de Florida, y tiene su propia productora de documentales.

Éste lo hizo enteramente a pulmón, con un equipo más que reducido, sin pedir subsidio y tomándose sus tiempos, a la manera del recordado maestro Jorge Prelorán: primero cultivó con sinceridad la amistad de la gente, mucho después pidió permiso para traer la cámara, filmó a lo largo de dos años, se tomó otros dos para armar la película, pidió permiso para mostrarla. El resultado es el que vemos. En Mendoza y otros lugares cordilleranos está llenando salas.

Para interesados, se recomiendan también otros dos documentales: "De idas y vueltas", del mismo Moreno (niños de una escuelita albergue de Ranquil Norte), y el suizo "Hiver Nomade", de Manuel von Sturler, que sigue a dos pastores cruzando pueblos y carreteras con sus ovejas (lo presentó acá, en 2012, el propio Von Sturler, agregando que en ese momento ya quedaban menos de 40 pastores en toda Suiza).