Araña

Crítica de Jessica Johanna - Visión del cine

Andrés Wood dirige esta película chilena que retrata un trío amoroso en medio de un grupo paramilitar durante los 70 y el lugar en el que el presente los halla a cada uno.
Araña, séptimo largometraje de Andrés Wood (Machuca, Violeta se fue a los cielos), empieza de manera intrigante. Luego de una escena en una cancha de fútbol con chicos jugando y una mujer de fuerte carácter entrando, sin pedir permiso, para que pongan a su nieto de titular, le sigue una secuencia de impacto. Un hombre observa a un delincuente robarle la cartera a una mujer luego de dejarla en el suelo y empieza a perseguirlo con el auto. La única manera que consigue de acorralarlo es atropellándolo y matándolo. Este acto se ve como heroísmo hasta que se descubre que esa persona formó parte de un grupo de derecha que ayudó a derrocar a Allende. A su vez, esto lleva a Inés, una exitosa empresaria, a mover hilos para que ese hombre permanezca encerrado. Sin embargo, el pasado tendrá sus formas de volver a acecharla.

El guion que escribe Guillermo Calderón (el mismo de las películas de Pablo Larraín: El club y Neruda) se mueve entre dos tiempos, intercalando esta línea con la del pasado, en la década del 70, cuando Inés y su marido, en la actualidad devenido en un alcohólico al que su hijo apenas puede ver, reclutan al joven Gerardo. Patria y Libertad es un grupo paramilitar que, basado en ideas fascistas y antimarxistas, se oponía al gobierno de Salvador Allende. Ese triángulo, que pronto se tornará amoroso, será la base de lo que venga después.

El pasado y el presente dialogan en esta película de personajes tan complejos como la época política que transitan. Aunque presentan diferentes matices, de todos modos, es difícil lograr algún tipo de empatía en este thriller por momentos frío.

Araña (que fue la opción de Chile para enviar a los pasados premios Oscars y además estuvo nominada como Mejor Película Iberoamericana en los premios Goya) está rodada con oficio, con impecable puesta en escena logrando diferenciar ambos tiempos en sus tonos. Es curioso que al personaje femenino principal lo encaren dos actrices de diferentes nacionalidades: María Valverde de España y Mercedes Morán de Argentina. Sin embargo, más allá de forzar un acento chileno, ambas resultan convincentes como ese mismo personaje fuerte. A la larga, es esta mujer la única que parece haberse fortalecido con el paso del tiempo.