Aquel querido mes de agosto

Crítica de Quintín - Otros Cines

El cine como experiencia vital

Aquel querido mes de agosto es un film extraordinario, inspirado, irrepetible y feliz. Muchas películas cabalgan en el límite de la ficción y el documental. Esta es una de las pocas que logra ser una ficción y un documental, como si la película se desdoblara y verla fuera asistir a dos funciones en lugar de una. Y llevarse, de paso, un disco de regalo, ya que además tiene una gran relación con la música.

El largometraje de Gomes -ganador de la competencia internacional del BAFICI 2009- es algo muy especial, uno de los films más originales y luminosos que se hayan visto en mucho tiempo, una película tan placentera y brillante que termina por convencernos de que el cine puede seguir siendo una experiencia vital de primer orden. Me dio especial felicidad que a Gomes le saliera un peliculón semejante porque lo conocía desde hace un tiempo, aunque más en calidad de cinéfilo que de director.

Hace muchos años, cuando en el BAFICI había una competencia de cortos internacionales (y dinero para pagar el viaje de tantos directores), Gomes vino a Buenos Aires con uno de los suyos (hizo varios buenos). En aquel festival, tuvo una experiencia mística: vio Kenny, el legendario corto de Martín Mainoli, que le produjo un ataque de euforia instantánea. No estoy seguro si yo dirigía el BAFICI en ese momento, pero de todos modos recién vi el corto muchos años después y tuve la misma reacción que Gomes. El secreto es... bueno, es mejor no revelarlo y aconsejarle al lector que vea Kenny. Si no le gusta es porque no sólo es un negado para el cine, sino también para la música.

Para el Gomes cineasta, además, la música es esencial en todas sus formas. Es como un chef que cocina utilizando cierto ingrediente de mil y una maneras distintas. En Aquel querido mes de agosto la música juega un papel preponderante y en su cine, además, parecen convivir una vertiente lúdica y otra hermética.

Gomes es un cineasta joven, pero no sólo brillante sino notablemente maduro como tal, que tiene una idea muy firme y muy sofisticada sobre el cine. Estamos hablando de un film de tal envergadura que permite agregar a su director a la lista formada por Manoel de Olivera, João Cesar Monteiro y Pedro Costa.

(Extractado de dos textos que Quintín escribió en su columna El Inclemente)