Aquarius

Crítica de Germán Morales - Proyector Fantasma

Resistir la propia vida

Todo lo que generó a su alrededor es digno de la obra que es Aquarius. Se trata de un trabajo complejo pero simple a la vez. Funciona en lo micro y en lo macro al retratar la vida de Clara, al hacer conclusiones sobre la vida actual en Brasil, y en la relación de lo moderno, lo nuevo, lo vintage y lo viejo, además de una construcción interesante de la vejez y lo femenino.

Para los que no estuvieron al tanto, el elenco del film, junto con su director, apareció durante el festival de Cannes con carteles que denunciaban que Brasil ya no era una democracia pidiendo la renuncia de Temer. Desde el estado brasileño no se quedaron de brazos cruzados, la venganza vino en gestos pequeños pero concretos. La película fue calificada injustificadamente para mayores de 18 años, y le negaron la posibilidad de ser la representante de Brasil en los premios Oscar. Eso logró que otros filmes se retiraran de la carrera en solidaridad con Aquarius.

La película no hace denuncia directa de varias injusticias de este mundo, las presenta sutilmente y las disfraza en los puntos de vista de los protagonistas. ¿Por qué lo hace sutil? Vayamos a la historia. Sonia Braga personifica de forma brillante a Clara, una viuda y crítica musical retirada, que nació en una familia acomodada de Recife. Es la última residente de Aquarius, un viejo edificio ubicado en una zona privilegiada frente al mar que quiere ser reconstruido por una constructora inmobiliaria que avanzó sobre todos los dueños.

Casi todos los dueños.

Clara decidió que va a resistir en ese departamento y esto generó un conflicto extraño entre las partes. Ese es el eje que sigue el film que se divide en 3 capítulos, El pelo de Clara, El amor de Clara y El cáncer de Clara. Sin embargo, el foco central está puesto sobre la protagonista, su vida cotidiana, su relación cercana con su empleada doméstica y su familia de sangre.

La soledad, la vejez, la música y los recuerdos buenos y de luchas personales, como un viejo cáncer de mama, son los temas que conmueven la vida actual de Clara. También los miedos de su entorno respecto a la seguridad de vivir en un edificio tan sola. Pero el principal escollo de la vida de Clara es la constructora que altera esa relación con sus parientes y con su vida cotidiana. Una molestia que va in crescendo y que cierra magistralmente.

Un guión excelente para mostrar las diferencias de poder que se producen en torno al dinero y su especulación. Todo expuesto sobre una vida, sobre lo cotidiano. Una película que, a pesar de sus 140 minutos, no le sobra ni uno y no se hace larga en ningún momento.

Aquarius no presenta a Clara como la indefensa que pelea frente a las corporaciones, ni la pone a ella como un estandarte de lo perfecto. Muestra las contradicciones de la situación y expone las otras posiciones. La inmobiliaria no es la única parte interesada en la construcción de ese edificio. Hay toda una comunidad que, indirectamente, está detrás de ello.

La elección de Humberto Carrão como Diego, el arquitecto lleno de masters que hace sus primeras armas en el mundo laboral, es perfecta. Es la síntesis de los intereses que representa. Comprador y bello en lo superficial, perverso y dañino en la intimidad.

Parece David contra Goliat pero no es así. Clara tiene herramientas para pelear y no tiene la necesidad que vencer a nadie. Su posición es válida legalmente. El problema central pasa por ese otro código detrás de la ley y las acciones que, como sociedad, convalidamos para que sucedan esta clase de conflictos.

Algo que se puede extender a Latinoamérica, pero más bien se trata de la naturaleza humana. Lo mismo ocurre con la percepción de la vejez y lo moderno. En la necesidad de renovar todo porque sí, para avanzar con el progreso y con las posibilidades que tiene el dinero de lograr lo que desea. También hace reflexionar sobre el deseo sexual en esa etapa de la vida.

Y no sólo eso, además conmueve. Por todo eso que despierta el film, más que un premio Oscar o alguna Palma de Oro, Aquarius mereció generar ese revuelo por afuera de las salas. Ese es el verdadero premio que le corresponde ganar. Aquarius es denuncia poética e indirecta.