Aquaman

Crítica de Javier Califano - Proyector Fantasma

La película de James Wan es el mejor producto de Warner / DC Comics, quizás comparable a la Wonder Woman (2017) de Patty Jenkins. Destaca en Aquaman un guión sólido con ideas claras sobre cómo llevar el universo de superhéroes al cine. En lugar de “forzar” los personajes dentro de una trama en un tiempo y espacios definidos, elige crear una épica fantástica, coherente con su visión de Aquaman.

Nuestro renuente héroe es Arthur Curry, el fruto de un amor inusitado que pretendió unir a dos mundos, desde el nacimiento hasta el desarrollo de sus poderes en su juventud, Arthur estará rodeado de verdades y mentiras sobre su verdadera herencia, contando con la guía de su padre humano (Temura Morrison) con quien aprenderá los verdaderos valores de un héroe, además de la tutela de Vulko, un consejero y guerrero atlante, excelentemente interpretado por Willem Dafoe.

Jason Momoa (Game of Thrones) demuestra bravura y carisma para encarnar a un héroe diferente de todo lo que estamos acostumbrados en el ámbito de los superhéroes, alejándose de toda solemne postura y subrayando cierta irreverencia en la labor compositiva de un personaje en visible crecimiento a lo largo de la trama.

Sin embargo, resulta una agradable sorpresa la participación de Nicole Kidman (Big Little Lies) personificando a la reina Atlanna, madre de nuestro héroe, para quien el relato depara una de las mejores secuencias de acción de la película. Mientras el Aquaman de Jason Momoa transita su jornada heroica, Amber Heard (The Ward) interpreta a Mera, una guerrera atlante que convoca al héroe de dos mundos. En esta épica fantástica no hay lugar para damiselas en peligro, la Mera de Heard resulta decidida, inteligente e independiente, tanto que en ocasiones hace de Aquaman su compañero de aventuras y no al revés .

Arthur se negara a reclamar su trono atlante durante muchos años. Pero cuando la superficie comience a ser atacada desde las profundidades mediante un plan Orm – auxiliado por el Black Manta, quien tiene una deuda personal con Arthur desarrollada al principio de la película -, entenderá que su presencia en el fondo de los océanos es obligatoria. Es entonces que tanto al héroe como al público se le presentan al esplendor de la Atlántida en una alucinante y psicodélica visión del director James Wan.

Aquaman rescata la sensación de asombro que el cine de entretenimiento en buena parte ha abandonado en la actualidad. Una comparación probablemente más adecuada para expresar lo que James Wan propone al público quizás sea la primera entrega de Señor de los Anillos (2002) de Peter Jackson, relato que disparan el imaginario de los espectadores hacia mundos y aventuras imposibles. James Wan ha creado un espectáculo para el regocijo visual, pero sobre todo, lo que es más importante, para la imaginación.

Sostenido desde una trama intrigante y convincente, plena de ritmo sin mermar la intensidad en su desarrollo. En primer lugar todas las piezas que componen esta producción debían estar cuidadosamente orquestada, comenzando por su protagonista Arthur Curry/Aquaman, correctamente definido en su transformación de héroe obstinado a líder concienzudo.

Vale destacar que los demás personajes, co-protagonicos y secundarios, se encuentran perfectamente definidos en este relato. En particular, el antagonista Orm – medio hermano de Arthur/Aquaman- interpretado con la característica solvencia de Patrick Wilson (El Conjuro), pergeñando desde las profundidades una gran ofensiva contra la superficie del planeta para vengarse de toda contaminación que ejercen los humanos en el medioambiente subacuático. Cansado de la situación, Orm desplegara un maquiavélico plan para forjar importantes alianzas que le dará la perfecta oportunidad de iniciar una ofensiva.

La fuerza narrativa de Aquaman es entonces la esencia de un drama familiar, donde priman el dolor de la pérdida y la culpa que sopesan muchos de los personajes representados. El guion de Will Beall y David Leslie Johnson-McGoldrick presenta un trabajo formidable en el desarrollo de los antagonistas, como ya aclaramos con Orm, un villano de esos que el espectador amara odiar, y en particular con el Black Manta de Yahya Abdul Mateen II (The Greatest Show), quien es la personificación misma del clásico movimiento en que el héroe accidentalmente crea su mayor enemigo.

Se suceden así los diversos desafíos que Aquaman enfrentara en alusión del mito de superación, en ostensible referencia al mismísimo Rey Arturo. En los tiempos en los que las superproducciones carecen de todo desarrollo, Aquaman es el clásico viaje del héroe de Joseph Campbell, presentando una historia clásica tan bien elaborada y eficiente que se siente por demás innovadora.

Aquaman tiene de todo un poco, funciona a diferentes niveles más allá del simple entretenimiento: hay drama, acción, romance, aventura y terror. La película tiene un espíritu de aventuras del estilo Indiana Jones, en mixtura con otros varios años clásicos de 1970-1980, que van desde películas de “Simbad” hasta “Choque de los Titanes”, que resulta homenajeada desde una secuencia que ostenta la rúbrica de Wan y conseguirá hacer delirar a los entusiastas del realizador malayo, confirmado su alma como un “artesano” capaz de construir dentro del género mundos increíbles y emocionantes.