Aquaman

Crítica de Gastón Navarro - EL LADO G

77 años ha esperado el Rey para tener finalmente su propia película y el resultado es sorprendente. De la mano de James Wan y con un cast de primer nivel, Aquaman cierra el año con una aventura fresca dentro de un género que siempre necesita historias de este nivel técnico y narrativo.

Dentro del vasto mundo de películas basadas en personajes de comics, Aquaman era uno de los grandes jugadores que no contaba con su propia adaptación en la pantalla grande. La versión cinematográfica de Arthur Curry fue elegida hace algunos años por Zack Snyder, director de Batman v Superman: Dawn of Justice (2016) en donde dejó de lado al clásico aspecto del héroe para materializar su visión rockera y badass del personaje en Jason Momoa. Allí Momoa participó en unos escasos segundos del film que enfrentó al murciélago con el hombre de acero y también estuvo en la formación inicial de Justice League (2017). Dentro del monstruo de Frankenstein que resultó ser Liga de la Justicia, Aquaman fue uno de los puntos altos demostrando carisma, interesante fuerza sobrehumana y una leve evolución, encaminando la gran coronación del Rey para su propia aventura.

El cineasta encargado de dirigir esta película es un debutante dentro del género comiquero y un favorito de los estudios Warner. James Wan, director de la exitosa saga The Conjuring y de grandes películas como SAW (2004), Insidious (2010) y Furious 7 (2015) agarró al personaje en 2016 y desde entonces estuvo trabajando en su proyecto más ambicioso. Si bien las películas de El Conjuro manejan una gran calidad cinematográfica y la séptima entrega de Rápidos y Furiosos cuenta con todos los elementos y efectos que un gigante de Hollywood requiere, Aquaman va más allá y se planta como un gran film que maneja muchos estilos, géneros y sentimientos, donde más que nada se destacan las aventuras de sus protagonistas. En lo que respecta a películas de DC Comics en la pantalla grande, con un personaje tan explotable, nuevo y fresco como Aquaman, Wan logra combinar acción, comedia romántica, terror y ciencia ficción de una manera suprema.

La visión del director es fundamental para comprender que Aquaman es una película digna de autor. El estudio ha puesto a disposición del malayo un presupuesto que roza los 200 millones de dólares, algo que no sucedía en DC Films desde BvS. Las necesidades son obvias. Trasladar a la pantalla grande el sorprendente mundo acuático de Atlantis. Para este trabajo, por primera vez en las películas de DC se contrató a Industrial Light & Magic, reconocida empresa de efectos especiales que también estuvo este año en Avengers: Infinity War y Black Panther. El resultado es soberbio. Sin dudas, los efectos de Aquaman son una pieza fundamental que brinda al espectador la posibilidad de soñar un mundo nuevo bajo los océanos y adentrarse naturalmente en el viaje del héroe.

Jason Momoa y todo el cast son otro de los puntos fuertes del film. Salvo su participación en las primeras temporadas de Game of Thrones, es una obviedad decir que en esta película brinda su mejor interpretación y explota todo un talento que desconocíamos. Se nota un amor especial del actor para con el personaje y las ganas de quedar en la historia como el primer Aquaman. Momoa no se toma el rol de protagonista como si fuera un trabajo más en su carrera. A sus 39 años, se puede decir que es el papel de su vida. Con una agradable locura, todo el descubrimiento que se vive a través de Arthur Curry es de lo más interesante en la película. Su físico y las tomas de acción hacen que siga sumando puntos, logrando ser una bestia a la hora de enfrentarse a sus enemigos, con una fuerza similar a la de Superman. Sus escenas con tridentes y batallas bajo el agua, gracias al entrenamiento recibido por un brillante Willem Dafoe (Vulko) le dan ese plus de gran luchador que el Rey merece.

El actor fetiche de Wan, Patrick Wilson en esta ocasión no es el niño bueno de la historia porque es el villano Orm, otro personaje que recibe su primera interpretación en el cine. Un trabajo correcto, sin salirse mucho del libreto y con pocas falencias del hombre que vuelve al cine de género tras su debut en Watchmen (2009). Su look y su traje son algo increíble para destacar, como así también el de Yahya Abdul-Mateen II, quien se transforma en Black Manta y promete ser uno de los villanos más jodidos que pueda tener Aquaman en su vida cinematográfica. Las motivaciones de ambos antagonistas están muy bien explicadas, y se pueden presenciar diferentes etapas evolutivas entre Orm, Black Manta y Aquaman durante la película.

Párrafo aparte para las mujeres de esta aventura. Por un lado Nicole Kidman, con 51 años más vigente que nunca como la Reina Atlanna y Amber Leard, la chica que aceptó este papel para jugar fuerte y ganarse su merecida importancia en la historia como Mera. Ambas se plantan muy bien en la película y con cada una de sus habilidades, logran encajar como fuertes personajes de la trama. La madre de Aquaman juega una parte fundamental por ser importante en el nacimiento y el destino de Arthur Curry para unir a los dos mundos. Mientras que Mera, quien ya había aparecido en Justice League, es la que de cierta manera hace entrar en razón a un Aquaman que solamente se la pasa bebiendo cerveza y luchando contra piratas en la costa. Es tan importante Mera en la vida de Aquaman que sin ella esta película no sería lo que es. Amber Heard cautiva con un personaje muy bien llevado, al que vemos evolucionar constantemente como una mentora, sidekick y debilidad pelirroja de Arthur. Ambos protagonizan grandes momentos, tienen muy buena química y se llevan grandes tomas que serán la de portada en muchas redes sociales de fans.

La fotografía es algo que busca resaltar el director recorriendo diferentes paisajes y colores fuera del océano. Aunque la selección de escasos temas musicales pueden resultar un poco desalineados con el film, la banda sonora que está compuesta por el mismo responsable de Wonder Woman (2017) se combina muy bien con la idea de la película. Acompaña al palo en momentos de persecuciones o batallas filmadas en planos secuencia que te vuelan el cerebro. En niveles técnicos, será muy difícil y todo un desafío para las próximas películas de DC superar lo visto en Aquaman.

Una historia que combina amor, guerra, disputa de poderes y aventuras es lo que logró James Wan al unir su talento en la dirección con admiración a la cultura pop y a las grandes películas que lograron perdurar. Su duración puede considerarse un poco larga (142 minutos), aunque la entiendo y la apruebo por su intención de narrar una película como las de antes. Un protagonista en búsqueda de lo desconocido, dispuesto a dejarlo todo con grandes momentos que quedarán en la retina del espectador por mucho tiempo.

En líneas generales, Aquaman se convierte en el producto más correcto y directo que tiene DC desde The Dark Knight (2008). De esas películas que el estudio necesita para ganar dinero, confianza y al mismo tiempo tener felices a todos por igual. Muy probablemente se plantee una secuela en los próximos años porque Aquaman llegó para quedarse y convertirse en una nueva estrella del cine.